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Sergio Rangel
Sábado 20 de abril de 2019 - 12:00 PM

El país rural

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Hace unos cuantos años, en mi casa en Zapatoca, coincidieron los hermanos Ortiz Latorre, y Enrique Serrano que vino a recorrer las calles de sus antepasados. Ya obstentaba el galardón del Premio Juan Rulfo por su libro ‘La Marca de España’. ‘Tamerlan’ también le daba una aureola de sólido escritor. A medida que las copas estimulaban la palabra, las carcajadas y voces retumbaban en la calle solitaria que todavía no coloreaban los turistas en sandalias y bermudas. Desde entonces, Enrique Serrano, sin que me lo haya vuelto a encontrar, es un autor del que repito lecturas. ‘Por qué fracasa Colombia’, libro en el que intenta resolver el infinito mar de contradicciones en que naufraga el pais. Serrano considera que para entender este caótico y violento país, debe estudiarse desde la llegada de la “empresa española” al Nuevo Continente. Que la historia no comienza con Bolívar y Santander, sino antes. Que el término “conquista” también históricamente es equívoco, “palabra mal vista hasta en su tiempo” se vino a ganar la tierra “para la Gloria de Cristo y de su hispánico Rey”. Advierte que él se aleja de la ‘leyenda negra’ o la ‘leyenda rosa’ extremistas que piden derribar las estatuas de Colón en América, o satanizan a los indígenas de araganes, pederastas, antropófagos, e inevolucionados. Se centra en que a través de la historia de Colombia “la disputa por la tierra lo ha definido todo”.

¿Por qué fue, o sigue siendo este un país rural? Tenemos que ir al comportamiento histórico. Los hombres que a partir de 1492 partieron, más que en busca de una nueva patria, a buscar un refugio. Eran Judíos Sefaditas conversos, o moriscos, el al-Ándalus. Eso explica que los asentamientos fuesen remotos y de lejanías, en donde surge una vida de provincia. Pasaron siglos sin ningún tipo de rebeldía, ni contra el Rey o la autorizdad, “hubo contadas excepciones”, todos se sintieron satisfechos de alguna buena manera. Ni las guerras de independencia, ni las posteriores cambiaron ese país rural, a pesar de decirse, ser hoy ‘un país de ciudades’.

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