domingo 18 de diciembre de 2022 - 12:00 AM

Se nos aparecieron los Santos

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Columna de
Sergio Rangel

La política es como el agua. A veces turbia, y a veces clara. Torrentosa o mansa. Se puede fácilmente conducir o no. Inatajable en muchos casos. El agua es bien y es mal. Soportar las sequías, es catastrófico igual a padecer las inundaciones. Pero, ¿a dónde voy con toda esta palabrería? A un hecho político del que no deja de asombrarnos.

Enrique Santos Calderón fue por muchos años mi columnista preferido. Su opinión me pareció sólida y atinada. Cuando su hermano Juan Manuel Santos llegó a la Presidencia decide retirarse como columnista de El Tiempo y se va para Cuba a buscar la paz mediante el diálogo, con quiénes muchos decían eran sus “compinches elenos y faruchos”. Pasaron años y el Presidente Santos consiguió el Nobel de la paz por sus logros con las Farc, cuyos resultados están hoy en “tinieblas”.

Muchos aseguran en las regiones que las “disidencias” son el brazo “armado y financiero” de quienes están en el Senado. Lo que sorprende ahora es que Enrique Santos, quien forma parte de los diálogos de paz con los “elenos”, pida lo contrario a lo que siempre predicó mientras estuvo en la Habana. Hoy dice que se “bombardeé” y se endurezca el ataque a las disidencias, si no hay paz. Petro, en un par de días en la presidencia, convirtió al Ejército y a la Policía en hermanitas de la caridad, asustadas y sumisas como cuando el arzobispo sacude sus cobijas al aire, que suenan como truenos del cielo.

Entonces, ¿a qué juegan los Santos? De eso sí saben. De política que es como jugar al “tute” en donde siempre se está “cañando” con las cartas. Un juego español mentiroso y tramposo, el sumun de lo que siempre fue la política en Colombia

Si esta mesa de juego al “tute” con personajes tan opuestos como líneas paralelas, José Felix Lafaurie y Enrique Santos, le resulta a Petro, sería más que una goleada en Qatar, siendo el Papa el arquero de Argentina. Esto para no salirnos del tema del fútbol.

Autor
Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia Liberal no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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