sábado 13 de agosto de 2022 - 12:00 AM

Balancear las expectativas

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El gobierno del recién posesionado Gustavo Petro llega con un mandato claro. A diferencia de su antecesor, quien en cuatro años nunca elaboró un proyecto integral de gobierno que permitiera entender el hilo conductor de sus decisiones, el nuevo residente de la Casa de Nariño sí tiene bien claro quién lo eligió y para qué. El objetivo que deberá guiar su mandato será transformar las estructuras que han hecho de Colombia un país desigual y violento. Para eso votaron por él una combinación de votantes que incluye –pero no se limita a- sectores marginados y racializados de las dos costas, y sectores de clase baja y media de las principales ciudades.

Con la decisión de arrancar el mandato tramitando una nueva reforma tributaria, el gobierno empieza a materializar su apuesta hacia la reducción de la desigualdad. Tumbando, por derecha, la mayor parte de regalos tributarios que se han otorgado de forma desordenada y antitécnica a muchas industrias, el gobierno nos recuerda a Harold Lasswell, para quien la política es el arte de definir quién recibe qué, cómo y cuándo. De este modo, el gobierno ha mostrado sus cartas sobre cómo va a financiar la torta, aunque no nos ha contado todavía cómo va a decidir cortarla y repartirla. También ha iniciado a dibujar esta noción de la paz total, que deberá aterrizarse en los próximos meses.

De cualquier forma, la presión por una mayor redistribución, justicia social y paz que viene con fuerza de distintas regiones y sectores demográficos puede conllevar a aspiraciones programáticas contradictorias que serán difíciles de balancear. En tanto los hechos indican que no hay plata para todo, habrá que tomar decisiones. Por ejemplo, el costo de expandir la infraestructura (vías, acueducto y electrificación) en regiones sin provisión básica de servicios, puede ir en contravía de la ampliación de las oportunidades de educación superior. Eventualmente habrá que decidir si se hacen carreteras o se pagan mejores pensiones. Y mientras que los beneficiarios de lo primero son los habitantes de regiones periféricas, los beneficiarios principales de lo segundo son las clases medias de las ciudades principales.

Así, el éxito de este gobierno dependerá de su capacidad de balancear las expectativas programáticas de su variopinta coalición de votantes, pues al venir de regiones y extracciones de clase distintas, se materializarían en bienes públicos diferentes.

Silvia Otero

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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