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Silvia Otero
Viernes 21 de octubre de 2022 - 12:00 PM

La lista cerrada no es un remedio mágico

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Cursa en el congreso el proyecto de Reforma Política propuesta por el gobierno de Petro y su alfil en el Congreso, Roy Barreras. Tras ser aprobada en segundo debate, a la reforma le queda un largo camino de seis debates más, por lo que la discusión será larga e intensa.

La reforma plantea algunas transformaciones con el objetivo de reducir el clientelismo y la corrupción en el sistema político y mejorar la calidad de la representación democrática. El cambio principal que introducirá consiste en la lista cerrada, que hará que en los próximos comicios todos los partidos presenten sus candidatos como lo hicieron el Pacto Histórico o el Nuevo Liberalismo en las elecciones pasadas. En las listas cerradas, las personas votan por partido, y no por un candidato dentro de un partido. Siendo así, es tarea de los partidos presentar el orden de los candidatos. Si el partido logra obtener 20 curules, las primeras 20 personas de la lista ganarán curul.

La lista cerrada es un paso acertado en el camino hacia una política más coherente y programática. La idea es sencilla: si los candidatos no tienen que competir brutalmente contra sus compañeros de lista y contra candidatos de otras listas, sino que son escogidos por los partidos en procesos democráticos, se van a producir dos resultados favorables: primero, las campañas no serán tan costosas, pues la guerra de todos contra todos demanda muchos recursos para sobresalir; y segundo, los partidos tendrán más coherencia programática, puesto que organizar la lista de candidatos de forma democrática y centralizada obliga a aclarar las posturas ideológicas del partido y de sus miembros.

En el papel estas consecuencias probables de la reforma suenan lógicas, pero el sistema de listas cerradas está lejos de ser el remedio contra las enfermedades del sistema político, como se ha querido vender a la ciudadanía. Fíjense que otros países latinoamericanos que tenían listas cerradas han optado cambiarlas por listas abiertas para también mejorar el sistema político.

Esto apunta a que las reformas políticas no producen resultados mágicos. La lista abierta y la lista cerrada tienen ventajas y desventajas. Es posible que las campañas bajo sistemas de lista cerrada sean menos costosas, pero los candidatos individuales seguirán necesitando recursos para enviar señales al partido de que son viables electoralmente para así ser incluidos en la lista cerrada. Y si la lista cerrada no viene acompañada de unos procesos verdaderamente democráticos para escoger candidatos, podemos terminar dándole un poder extraordinario a personajes como Cesar Gaviria, Rodolfo Hernández o Dilian Francisca Toro.

Algo que sí es a todas luces positivo de la lista cerrada es que cuando se acompaña de la alternancia –o lista cremallera, es decir una lista en donde se alternan hombres y mujeres-, se incrementa la representación femenina.

En conclusión, la lista cerrada va en la dirección correcta, pero no es el remedio mágico contra los males de la representación política en Colombia.

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