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opinion/columnistas/simon jose-ortiz
Jueves 16 de febrero de 2023 - 12:00 PM

Insólito y maravilloso, parte I

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El cardenal oliváceo es un pájaro que recorre buena parte de los bosques de América. En el Catálogo de biodiversidad suramericana se lee que estos cardenales presentan un dimorfismo sexual marcado, y que las hembras nacen con un plumaje oliváceo en el dorso y amarillento en el vientre. Por su parte, los machos nacen iguales a las hembras pero una vez que alcanzan la madurez se tornan rojos. Las costumbres migratorias de este cardenal son simples pero no por eso menos arduas. Cuando empieza el invierno en el norte se desplazan al centro y al sur del continente, y al mermar el frío retornan a los bosques de caducifolios norteamericanos.

Ahora bien, hay un hecho que en los últimos años ha despertado el interés y el asombro de científicos, observadores de aves y artistas: en al menos diez ocasiones se ha visto a miembros de esta especie cambiar de color “casi aleatoriamente”, sin causa aparente ni correspondencia verificable con los otros cardenales con los que migra. En palabras de Matthias Keller (2016), “se ha observado a un cardenal en los bosques de Estados Unidos pasar del rojo al negro en cuestión de minutos”. Asimismo, la profesora Marta Arauz (2019) recoge dos avistamientos de cardenales hembra que se desplazaban hacia el sur en el bosque pluvial pre-montano de Panamá. Uno de estos cardenales “pasó del verde oliva al gris en un lapso de diez minutos, mientras que el otro se llenó de franjas púrpuras, negras y verdes después de ser visto comiendo una clase de escarabajo no identificado todavía”.

El caso es, ciertamente, asombroso y ha suscitado todo tipo de hipótesis igual de asombrosas. Algunas de ellas, por su misma naturaleza, rozan lo científico, lo artístico o lo místico. Valentina Ulloa, observadora de aves y artista visual colombiana me revela lo que un campesino y su familia le contaron el año pasado en Santander: el 26 de junio vieron por la mañana un pájaro que, al principio, parecía una Eufonía de Trinidad. Curiosamente, esta Eufonía adquirió al cabo de un rato los tonos del Azulejo y luego los del Jilguero Dorado. Avistarlo, se cree, trae buena suerte pero lo cierto es que, como afirma Valentina, estamos delante de un pájaro casi fantástico que, por una causa desconocida aún, consigue ser él y a la vez ser todos los pájaros.

simon.ortizp@gmail.com

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