Las cifras oficiales reportaron 338 hurtos en las calles de Bucaramanga, en los primeros 21 días del año. Esta cantidad,...
Conectividad rural, un gran reto
Aproximadamente 72 millones de personas que viven en zonas rurales de países latinoamericanos y del Caribe carecen de conectividad con estándares mínimos de calidad. El hallazgo lo mostró la investigación ‘Conectividad rural en América Latina y el Caribe: estado de situación, retos y acciones para la digitalización y el desarrollo sostenible’, presentada por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Banco Mundial, Bayer, CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, Microsoft y Syngenta.
Comparados con 2020, cuando unos 77 millones de personas no accedían a conectividad significativa rural, los datos del nuevo reporte indican una mejora del 12% en el acceso a este servicio vital. Sin embargo, luego de analizar 26 países es claro que la brecha de conectividad urbano-rural, mina un inmenso potencial social, económico y productivo en un ámbito estratégico en el que se juega la seguridad alimentaria y nutricional de buena parte del planeta. Actualmente, 79% de la población urbana cuenta con servicios de conectividad significativa mientras que en las poblaciones rurales el porcentaje es del 43,4%.
Como si se tratara de una carrera ciclística, hay tres lotes de países. En el lote de ‘fugados’ están Argentina, Barbados, Bahamas, Belice, Brasil, Costa Rica, Chile, Panamá, Trinidad y Tobago y Uruguay que integran el lote de alta conectividad significativa rural. En el lote persecutor están Colombia, Ecuador, El Salvador, Jamaica, México, Perú, República Dominicana, Paraguay y Surinam con un nivel medio de conectividad significativa rural. Y en los rezagados aparecen Bolivia, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Nicaragua y Venezuela.
El denominador común tiene factores como el empleo de los fondos de acceso universal, problemas en nuevas instalaciones debido a la precaria infraestructura eléctrica y de carreteras, elevados costos de inversión y menor costo-efectividad para los operadores.
Una mejora sustancial de la conectividad rural facilitaría el acceso de los productores a las cadenas de comercialización, contribuiría al relevo generacional en la agricultura, empoderaría a las mujeres rurales e impulsaría la bioeconomía. En una próxima columna abordaré lo que deberíamos pensar en políticas públicas sobre este tema, de cara al Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 que deberíamos construirlo entre todos.