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Víctor Solano
Jueves 01 de junio de 2023 - 12:00 PM

No más clanes

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A solo cinco meses de las elecciones territoriales, no sé qué tan preparado esté el país, pero los que sí están preparándose son los políticos, especialmente los que han hecho de la política, “el arte de disfrazar de interés general, el interés particular”, como dijo el escritor francés Edmond Thiaudière.

Y artistas para disfrazar de interés general a unas obras poco pertinentes hay numerosos ejemplos. Basta recordar esa idea de construir costosísimos kioscos en los parques principales de Santander, como el adefesio que se le ocurrió a la administración de Didier Tavera en Confines. Allí, como lo evidencié en una columna de 2021, se construyó una desproporcionada estructura que parece un puente con rampa para estación de Transmilenio, pero en el pequeño parque del municipio, tapando la preciosa iglesia, monumento nacional. Mientras tanto, otras necesidades verdaderamente apremiantes, siguen sin atenderse, con la anuencia del alcalde y del actual gobernador Mauricio Aguilar.

Pero hablando de los Aguilar, a pesar de que su gran patriarca, el coronel Hugo Aguilar Naranjo, reconoció ante la Comisión de la Verdad que se alió con grupos paramilitares para llegar a la Gobernación por lo que fue condenado, sigue mandando y poniendo a alguno de sus hijos en el camino de la Gobernación. Primero, Richard Aguilar Villa; luego Mauricio Aguilar Hurtado y no nos extrañe que otro hijo emerja cuando su padre pregunte en el desayuno: “¿quién falta en esta casa por ser gobernador?, ¡levante la mano!”...

Desde hace casi 20 años, buscan hacerse al control hegemónico, especialmente en el sur del departamento donde su influencia es muy reconocida en municipios como Páramo, Socorro y Suaita, donde incluso había un museo para honrar al Coronel. Sus tentáculos copan hospitales, corporaciones autónomas, empresas de servicios públicos y, por supuesto, en las administraciones municipales.

Si bien han sido elegidos por voto popular, es innegable que han hecho de las nóminas oficiales, un fortín para atornillarse a los despachos, y repartirse así, la torta de la esclavitud clientelista con otros apellidos.

Los grandes problemas son vistos de soslayo porque es más importante facturar toneladas de cemento que transformar la sociedad con pertinencia, y sin embargo las vías, el sistema circulatorio, siguen, con pocas excepciones, en el olvido de los gobiernos.

Es hora de que en las provincias, el voto de opinión le rape el poder a los que administran el hambre y democratizan la miseria.

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