Actuar con mesura no significa, necesariamente, que el ritmo sea lento o que el tiempo empiece a malgastarse, por el contrario, es avanzar a paso seguro pero corrigiendo los errores que hasta hoy se han cometido.
Víctor Solano
Políticas públicas para la conectividad rural
En la columna pasada me referí a la conectividad rural, a sus beneficios y prometí en ésta dedicarme a las políticas públicas para lograr ese estadio. Lo primero que hay que tener claro es que sin campo no hay posibilidades de que podamos tener seguridad alimentaria y por ello hay que dejar de hacerse la vista gorda con la ruralidad. En ese sentido hay que reconocer es respetar su identidad y potenciar con el uso crítico y sostenible de las tecnologías para perseguir una transformación digital.
Así las cosas, en ese camino será necesario de cara al Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 que se garantice la conectividad asequible y significativa con objetivos de formación, buscando reducir la brecha de acceso al uso de las nuevas tecnologías entre la población.
Pero no bastará con masificar el acceso si no se trabaja en la apropiación social. Una meta tiene que estar relacionada con abordar el problema de las competencias digitales y para esto se tendrá que segmentar a los destinatarios de las iniciativas. “Se requieren estrategias diferenciales de formación para los jóvenes inmersos en la escolaridad y la población económicamente activa que tiene que atravesar el proceso de reconversión productiva”, propuso una investigación sobre Conectividad rural en América Latina presentada por el IICA, el Banco Mundial, Bayer, CAF, Microsoft y Syngenta.
Ahora bien, resulta indispensable crear oportunidades genuinas de inmersión en tecnologías y diseñar experiencias con los usuarios para facilitar la adopción de las habilidades digitales necesarias. Las TIC tienen que llegar a los lugares más apartados para que nuestros campesinos eliminen esa primera barrera de entrada que es acercarse, y más cuando nuestras vías en muchas partes del país son auténticas invitaciones al destierro.
Una de las mayores preocupaciones en el campo es el relevo generacional. Los más jóvenes sienten que deben irse a la ciudad al no ver oportunidades en las fincas. Los que estudien la actividad agropecuaria necesitan una formación sobre la digitalización de dicha actividad.
Ahora que la ministra de las TIC, Sandra Urrutia, nombró viceministra de transformación digital, Nohora Mercado, esperamos que ese concepto se inserte de lleno en el sector productivo del país y que allí, el campo, no sea un convidado de piedra.