Una de las peores consecuencias del populismo, sea de izquierda o de derecha, es que deteriora el debate público y todo lo reduce a blanco o negro. A buenos y malos. No hay un punto medio.
Los populistas no tienen capacidad de escuchar al otro, no revisan los argumentos de la contraparte y no admiten la crítica. Se exasperan en cualquier discusión. Lo paradójico es que sacan pecho y se autoproclaman demócratas.
Cuando les formulan una crítica, en la mente populista surgen teorías conspirativas: el otro es un aliado del enemigo.
Durante la Bogotá Humana, el alcalde Petro y sus seguidores usaron un adjetivo para intentar desprestigiar las investigaciones de la prensa. A muchos reporteros se les calificó lamentablemente como “mafio-periodistas”, al mejor estilo chavista.
Otra característica del populista es que se niega a ver la verdad y construye sus propios hechos, sin importar que deba acomodar la evidencia a su antojo. En la era de las noticias falsas, tienen una “verdad alternativa” que se construye a punta de mentiras y que se propaga con facilidad por las redes sociales.
Bucaramanga no escapa de este fenómeno. Todo aquel que cuestione a Rodolfo Hernández es tildado de ‘rojo’, en una alusión a los liberales. El propio Alcalde contribuye a estos ataques, ya que relaciona las críticas con intenciones oscuras de los “politiqueros”.
Algunos jóvenes, llamados a renovar la política santandereana, también acuden a estos calificativos. Uno esperaría que se alejaran del prototipo populista y fomentaran una discusión de calidad.
Sin duda, el Partido Liberal es responsable de la corrupción que sufrió la ciudad en el pasado y debe asumir las consecuencias. En general, los partidos enfrentan hoy una crisis de legitimidad y en las próximas elecciones veremos a muchos candidatos inscritos por firmas. Eso es sano para la democracia.
Como también que combatamos el populismo y demos los debates con madurez. A veces, los impolutos pueden terminar siendo más corruptos que los corruptos.
Dato de cierre: Qué dolor las muertes de los jóvenes por balas perdidas. Murió Legarda y una joven en Floridablanca. Hay que restringir al máximo el porte de armas.