No estamos preparados para una emergencia
Es desesperanzador el informe que publicó este diario el pasado martes, pues demuestra, según declaraciones de las distintas administraciones metropolitanas y cuerpos de bomberos, que no estamos preparados para atender una emergencia ni siquiera de medianas proporciones en los tres municipios del área metropolitana de Bucaramanga.
Esta, la capital, es la única ciudad del área metropolitana que cuenta con un cuerpo de bomberos formalmente constituido, mientras Floridablanca y Piedecuesta funcionan los bomberos como voluntariado y en Girón no existe este cuerpo de atención de emergencias, lo que permanentemente es, para este municipio, un problema en tanto las situaciones de riesgo deben ser atendidas por unidades de otros municipios.
Por la falta de contar con la organización debida, del presupuesto necesario, del número de personas, de automóviles o de equipos necesarios, los bomberos muchas veces se ven limitados en el cumplimiento de su deber y tienen que atender distintas clases de emergencias con retraso o con deficiencias que escapan a su compromiso como servidores de la comunidad, pues están referidas es a la desidia con que los gobiernos históricamente se han responsabilizado de sus necesidades.
Aparte de esto, algunas construcciones, bien sea por su antigüedad o mal mantenimiento, no cuentan con las adecuaciones necesarias para favorecer el trabajo de estos cuerpos de atención de emergencias, lo que, dicen ellos, en algunos casos contribuye a agravar una situación que, de por sí, se presenta como riesgosa para las personas y las edificaciones.
Desde todo punto de vista es imprescindible que las autoridades metropolitanas tomen nota de esta denuncia periodística y enfrenten con la responsabilidad que les cabe un problema de esta magnitud, porque lo que nadie desea es que, después de alguna emergencia que se torne incontrolable, entre otras cosas, por la incapacidad ostensible de los bomberos, tengamos que limitarnos a culpar a quienes no los fortalecieron cuando estaban a tiempo.
El heroísmo no debe ser, ni puede ser la esperanza sobre la que se fundamente una labor ciertamente sacrificada como la de los bomberos, sino el respaldo efectivo que les de la ciudadanía y las autoridades.