Una caravana de miles de personas avanza hacia el norte, rumbo a la frontera entre México y Estados Unidos, procedente de San Pedro Sula (Honduras). Otra marcha en el mismo sentido, habiendo comenzado su recorrido semanas después. En el pasado mes de abril, hubo una difícil situación con migrantes centroamericanos en la frontera entre Estados Unidos y México. Estas aventuras migratorias caen como anillo al dedo para las necesidades electorales del presidente Donald Trump, pues puede blandir impactantemente a dos semanas de elecciones municipales y para renovación parcial del Congreso, su política migratoria.
En Venezuela, hay casi ocho mil colombianos en calidad de refugiados, que se suman a los varios millones de compatriotas que a tal país llegaron a lo largo de los últimos setenta años, huyendo de la violencia política vivida en nuestra patria. En los últimos años, ha ingresado a Colombia más de un millón de venezolanos que, huyendo de la crisis económica, política, social y de salubridad que vive Venezuela, buscan en suelo colombiano tranquilidad y refugio.
Alemania, España, Italia, Francia, Grecia, Malta, Suecia y otros países europeos viven zozobra e inestabilidad política como consecuencia de las antagónicas propuestas de cómo enfrentar la masiva ola de migración de africanos y pobladores del cercano y Medio Oriente que buscan sosiego económico, político y de salubridad, seres que se lanzan al mar Mediterráneo, recorren grandes distancias terrestres y pasan fronteras llevando consigo solo su hambre y necesidades.
Esas migraciones han resucitado en Europa y América el fantasma de la xenofobia y han impulsado electoralmente a movimientos agudamente radicales que impulsan duras medidas de fuerza contra ellas.
Nadie ha ideado una solución sosegada y racional de este fenómeno de migraciones, que hunde sus raíces en las inequidades económicas, la búsqueda de oportunidades, que no se resolverá con decisiones autoritarias y cierre de fronteras.
Las mentes más sensatas proponen adelantar políticas económicas en los lugares de origen de los migrantes para que allí puedan suplir las necesidades que arriesgando sus vidas buscan en las diásporas que han emprendido.
Esta bomba de tiempo es el más complejo desafío del mundo hoy, la contracara de la cuarta revolución industrial, de la inteligencia artificial y la biotecnología y hunde sus raíces en las inequidades económicas y sociales.