Los ataques a Metrolínea
Esta semana, este medio publicó un informe que da cuenta de los múltiples ataques que ha sufrido el Sistema Integrado de Transporte Masivo, Metrolínea, durante este año.
La noche del pasado sábado, dos alimentadores fueron apedreados en San Francisco y Las Hamacas, en el norte de Bucaramanga. Con este ya son 21 los ataques que ha tenido el sistema a lo largo del 2018; hasta septiembre pasado, el sistema había contabilizado la destrucción de 11 puertas automáticas y de 10 vidrios en estaciones, que le costaron a Metrolínea $35 millones.
¿Qué puede llevar a los ciudadanos a destruir un sistema que es para su servicio? Estos actos vandálicos demuestran, sin duda, una marcada conducta violenta que se volvió costumbre en los colombianos. La constante expresión ante situaciones frustrantes es agredir y destruir, y Metrolínea es un receptor de esta constante. Algunas de estas agresiones al sistema se han dado por demoras en las rutas o casos de intolerancia entre los conductores del sistema y los particulares.
Pero también es evidente que existe una falta de pertenencia total hacia lo que está al servicio de todos. Hay un desprecio evidente por los bienes públicos, pues de manera errada se cree que lo que está a disposición de todos no es de nadie, y por lo tanto está a merced de quien quiera destruirlo. ¡Qué errado pensamiento!, precisamente lo que se considera público es de propiedad de quienes contribuyen con sus impuestos a su sostenimiento, es decir, de todos, y son todos quienes deben asumir los costos de su reparación. El vandalismo frente a los bienes públicos es una de las más claras muestras de ausencia de conciencia y valor de lo colectivo.
Este sentido de pertenencia hacia lo público debe inculcarse desde los hogares y los colegios, entender que lo que es de todos es lo que más debiéramos valorar, pues a final está al servicio de la ciudad. Pero al mismo tiempo se requiere autoridad y sanciones drásticas contra quienes arremeten contra Metrolínea. Tal desprecio por el sistema no se ve solo en los daños a su infraestructura, sino en la constante invasión al carril exclusivo que sucede a diario frente a los ojos de todos.
Conciencia ciudadana, pero también sanciones ejemplarizantes es lo que se requiere para frenar las agresiones a Metrolínea.