Nuestros deportistas merecen un aplauso cerrado por su presentación en los Juegos Nacionales y todos los torneos a los que asisten, porque logran vencer a sus rivales en las pistas de competición, y también la irresponsabilidad e incompetencia de nuestra dirigencia.
Editorial
Abordar entre todos el problema del consumo de drogas en la ciudad
La reciente muerte de un joven, de 20 años, por sobredosis en una fiesta electrónica en Bucaramanga, saca a flote una situación que suele ocultarse, pero que, en realidad, se da en la ciudad y que, en lugar de disminuir, se ha incrementado en los últimos años y se ha expandido al área metropolitana a medida que ha prosperado el tráfico de estupefacientes, lo cual solo puede ocurrir si no hay un control policial efectivo para evitar que circule toda clase de drogas en encuentros juveniles y de adultos. La Policía Nacional y las autoridades judiciales están hoy, más que en cualquier otro momento, frente al reto de neutralizar esas estrcuturas criminales que están perjudicando a nuestra juventud.
Las fiestas electrónicas, las reuniones de motociclistas para hacer ‘piques’ y otras ‘competencias’, los conciertos, algunos bares y discotecas, las fiestas en sitios abiertos, los encuentros de varios días en zonas rurales de los municipios del área, entre otros, son oportunidades que tienen algunos jóvenes para consumir estas drogas, en circunstancias y cantidades que, no pocas veces, derivan en graves situaciones o en tragedias como la que hoy vive la familia del joven cuya muerte lamentan también sus amigos, y que nos duele a todos. Vivimos una realidad que como sociedad muchas veces negamos, o frente a la que simplemente se piden acciones autoritarias que, probadamente, poco o nada aportan a la solución deseada.
Lo primero que debemos hacer es reconocer que esto está sucediendo entre nosotros hace largo tiempo y cada vez en proporción mayor. El consumo de drogas suaves y duras es un hecho cotidiano y la represión al que las usa es, como lo demuestra la experiencia, no solo insuficiente, sino, en la mayoría de los casos, contraproducente. Es hora de que se aborde el tema desde perspectivas más científicas.
Hay que oír a los jóvenes sobre lo que es su relación con las drogas. Quienes las consumen y quienes no lo hacen, tienen claves importantes para que entre todos podamos establecer vías reales de tratamiento del problema, que finalmente se sintonicen, especialmente con lo que las nuevas generaciones están queriendo y necesitando.
Un esfuerzo serio y eficiente en las familias, colegios, universidades, empresas, entidades del Estado relacionadas con la salud, que busque prevenir el consumo, puede ser un comienzo para que logremos sacar el tema de la clandestinidad primero y luego sí, reducir al máximo el consumo de drogas en nuestra sociedad.