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Editorial
Jueves 18 de agosto de 2022 - 12:00 PM

Celebramos la vida y la obra de Pablus Gallinazo

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Muchas veces los países recorren su propia historia en el sentido contrario en el que lo está haciendo el resto del mundo. Eso le ha sucedido repetidamente a Colombia. En la década de los sesenta, por ejemplo, mientras la juventud europea superaba el duelo continental que dejó la segunda guerra mundial, entonando entusiasmada y pacífica la música de The Beatles, en nuestra patria las madres criaban niños que iban a tener que vivir toda su existencia en medio de guerras aún más cruentas que las que habían soportado ellas. La espiral de violencia estaba a punto de acelerarse nuevamente.

Y así, mientras en los 70 el mundo fue invadido por los cuatro de Liverpool, en Colombia la juventud se enredaba flores en el pelo, aunque las guerrillas se multiplicaban y arreciaba la guerra en las veredas y las ciudades. En medio de esta disparatada realidad surgieron los nadaístas que, encabezados por la genialidad inigualable de Gonzalo Arango, inauguraron una nueva ética y estética de la poesía colombiana que se desagarró en improperios y clarividencias para mostrarle a los jóvenes del país que había que soñar con los ojos bien abiertos porque aún en los cielos literarios asechaba la muerte.

De entre estos nadaístas ingenuos y beligerantes surgió un piedecuestano que le puso música a la irreverencia y se atrevió a cantar en un país ya suficientemente revolucionado. Pablus Gallinazo fue aclamado por todo un país mientras componía ‘Boca de chicle’ al tiempo con la ‘Mula revolucionaria’, influenciado por esa realidad contradictoria de la que hablábamos, que revolvía el amor libre y las consignas rebeldes de las luchas populares. Pablus remó en medio de esas aguas, turbulentas ambas, sin que su vida se perdiera, sino que, por el contrario, se convirtiera en uno de los artistas más cantados y más queridos de esas convulsivas décadas.

A sus ochenta años de hoy, Pablus aún sigue cantando, mantiene su firmeza en el cuerpo, la mente y el espíritu, continúa con la mirada clavada más allá del presente, y se expresa con el mismo tino y agudeza que lo hacía en sus efervescencias juveniles. Hoy, este artista irreverente suma en su pecho las medallas del poeta, el cantante, el escritor, el nadaísta y, entre todo eso, continúa siendo hoy uno de los más grandes estandartes de la cultura y el arte santandereano. Siempre cercano y querido por sus paisanos, y particularmente por este diario, celebramos este nuevo aniversario de Pablus con nuestro agradecimiento y reconocimiento por su original y magnífica obra a la que le quedan varios capítulos más.

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Publicado por Editorial

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