Cincuenta años después
El pasado 20 de julio, cincuenta años atrás, a las 20:17 (hora de Greenwich), el módulo lunar enviado desde el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral, EE.UU., alunizó. Poco más de seis horas después, Neil Amstrong posó su pie izquierdo en la superficie lunar y pronunció aquella frase: “Es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”. Por estos días se ha estado celebrando medio siglo de la llegada del ser humano a la luna, vuelta realidad por la Nasa para Estados Unidos y el mundo. En medio de tal conmemoración, Edwin “Buzz” Aldrin, protagonista del histórico hecho, dijo: “El día de hoy les pertenece a ustedes”.
EE.UU. se prepara para reafirmar su dominio en la carrera espacial con el objetivo central de llevar al hombre a Marte en desarrollo de la misión Artemisa (en la mitología griega es la diosa de la Luna y hermana gemela de Apolo), para demostrar el “Espíritu pionero de Estados Unidos”, según el presidente Trump habiendo, previamente, en 2024, vuelto a aterrizar en la luna, con el propósito de quedarse allí para usar dicho satélite terrestre como base para ir al planeta rojo.
Así, ha vuelto al primer plano de atención internacional la división de vuelos tripulados de la Nasa, relegada desde hace años a segundo plano, tanto que EE.UU. desde 2011 no tiene vehículo espacial propio, y sus astronautas viajan a la ISS en naves rusas, pagando “pasaje”. Pero los directivos de la Nasa saben que tienen la tecnología, el cómo hacerlo y que deben sortear un gran reto financiero.
La carrera espacial, medio siglo después de llegar a la luna, es relanzada volviendo a su punto inicial pues, nuevamente, es impulsada porque con ella las grandes potencias demostrarán, en la tercera década del siglo XXI, su capacidad tecnológica, su poderío militar y su supremacía en nuestro planeta. Esta vez. EE.UU. emulará con Rusia, China, India e Israel. Científicamente, ahora a la competencia espacial le interesa la luna para conocer el origen de la tierra, conocer a fondo su cara oculta, hacer perforaciones profundas y construir una base para desde allá ir a otros planetas, hacer ciencia lunar y exploración espacial.
Así, queda mucho por hacer. De ello será testigo el siglo XXI.