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opinion/editorial
Domingo 10 de octubre de 2021 - 12:00 PM

Con la Casa García Rovira debemos empezar a recuperar nuestra propia historia

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Finalmente una autoridad judicial trata de poner orden, y ojalá que no sea demasiado tarde, en la situación imperdonable de abandono en que se encuentra la casa de Custodio García Rovira, un bumangués considerado por los historiadores como uno de los próceres de la independencia y quien, como miembro del primer triunvirato que dirigió los destinos de la Nueva Granada, ocupó la presidencia de la Unión entre el 28 de noviembre de 1814 y el 28 de marzo de 1815. Sin duda, una de las más grandes figuras de Santander en toda su historia, pero cuyo paso ilustre hoy se pierde bajo la desidia y la ignorancia de su propio pueblo.

Pero el maltrato que se le ha dado a la memoria y la casa de García Rovira no es menor que el que, también por décadas, sufrió la casa natal de otro destacado bumangués, Luis Carlos Galán Sarmiento, cuyo sacrificio, si bien en términos históricos es reciente, no fue suficiente para que sus coterráneos mantuvieran en alto su memoria y su residencia, pues tuvieron que pasar algo más de tres décadas de maltratos a la casa, antes de que el actual gobierno municipal decidiera adelantar un proyecto de recuperación del lugar, para rendir homenaje a Galán e impulsar la cultura en Santander.

Lamentablemente tenemos más ejemplos como estos, que nos demuestran lo poco que apreciamos nuestra historia en general, y nuestra historia urbanística en particular. Hoy, casi todo el centro de la ciudad ha sido derruido para dar paso a construcciones nuevas hasta dejar solo vestigios de lo que fue una zona de grandes casonas, parques generosos, calles angostas y empedradas que, de haberse conservado, representarían un indudable y valioso atractivo turístico para los visitantes.

Otra construcción emblemática como la Plaza de San Mateo también espera una mano que la rescate del descuido de los últimos 42 años, pero en lugar de restaurar lo que vamos perdiendo, tenemos varias partes de la ciudad convertidas en una verdadera calamidad, con un urbanismo deplorable, una congestión peatonal y vehicular inmanejable y una inseguridad creciente, como ocurre con sectores como Cabecera en su área comercial, en franco deterioro hace varios años, o el valor ecológico del sector de Real de Minas, que también se ha perdido en amplia proporción por el avance inclemente del concreto. Hay que recuperar la casa García Rovira y también debemos recuperar la conciencia de nuestra historia, antes de que, con el tiempo, perdamos del todo la memoria.

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Publicado por Redacción Vanguardia

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