¿Cuándo se va a priorizar a los niños en la educación departamental?
Los niños santandereanos han sido víctimas de la pandemia, no solamente porque puedan contagiarse del agresivo virus, sino también porque han sido abandonados por las autoridades educativas departamentales que, como muy pocas hoy en día en el país, no fueron capaces de trazar un plan de alternancia que les permitiera beneficiarse de la pedagogía presencial, pero, sobre todo, salir de ese túnel sin fin al que han quedado condenados en sus propias casas porque su principal lugar de socialización, que es el colegio, se quedó cerrado desde que comenzó el confinamiento, el 28 de marzo, y ya sabemos que seguirá así hasta el año próximo: toda una tragedia emocional para muchos pequeños y no pocos padres.
Ante la injustificable pasividad de la Gobernación, de lo que debería ser un plan unificado, que le diera a la educación departamental soluciones realistas, flexibles y ajustadas a la situación particular que se vive, lo que tenemos hoy es la desarticulación del sector y el intento algo desesperado de cada municipio por hacer a su manera, y de acuerdo con sus escasos recursos, su propio plan de regreso a clases en un sistema de alternancia muy precario y seguramente poco eficaz. Esto es lo que el gobierno departamental está ofreciéndole actualmente a la educación: improvisación, descoordinación, atraso. Ni los estudiantes, ni los docentes, ni los funcionarios de administración de los colegios oficiales tienen claro ni siquiera cuál es su presente, tanto menos cuál será la línea de acción que deberá seguirse en los meses por venir.
Y mientras esto sucede, no solo se afecta en grado muy alto, la calidad educativa del departamento, sino que vamos a tener que afrontar en los próximos años los múltiples y profundos daños colaterales que toda esta situación está causando: niños que desertan del sistema por incapacidad tecnológica y económica de mantenerse en él; secuelas psicológicas en los alumnos que perdieron el contacto cercano con sus amigos, parte esencial de su salud mental durante su desarrollo; rezago en la calidad de la educación, entre otras consecuencias que vamos a ver en los próximos años manifestadas de distintas maneras. Hablamos de la educación, un derecho fundamental, garantizado por la Constitución, con el que se está incumpliendo flagrantemente por parte de la administración departamental, un error y posiblemente una o varias irregularidades sobre las que deben establecerse responsabilidades y sanciones, si la justicia y los órganos de control así lo consideran.