El Atlético Bucaramanga merece una mejor suerte
Entre los equipos de fútbol más antiguos y, por lo tanto, tradicionales de Colombia, sólo el Deportivo Pereira y el Atlético Bucaramanga no han ganado una estrella en el torneo nacional. En los próximos días, luego de eliminar a tres grandes, Millonarios, Junior y Santa Fe, el once del eje cafetero disputará la final en dos partidos con el Deportivo Independiente Medellín, después de hundirse durante nueve años en el azaroso torneo de la B y solo dos años después de haber recuperado su categoría, lo cual, a los ojos de cualquiera, es un ejemplo claro para el Atlético Bucaramanga de que sí se puede pensar en ganar el primer título en cualquier momento.
Pero, lamentablemente, lo que vemos es que el equipo local con demasiada frecuencia da un paso adelante y varios atrás, como lo hemos visto en estos días en los que, después de haber estado a solo un partido de clasificar a las finales, dependiendo de su propio resultado únicamente, ha sufrido una especie de efecto dominó en el que, además del vergonzoso paso de solo 14 días de Hernán Darío Gómez por la dirección técnica del Atlético, han venido cayendo una tras otra las piezas principales del torneo que está terminando.
El hombre emblema del equipo, Sherman Cárdenas, el autor de 22 goles de la temporada, Dayro Moreno, y Juan Camilo Chaverra, el portero que salvó gran cantidad de puntos leopardos, entre otros buenos jugadores, se han ido, dejando la sensación clara de que el Bucaramanga está desmantelado y, según todas las señales que se reciben, no se cuenta con los recursos económicos necesarios para rearmar un equipo serio, que tenga el nivel competitivo requerido para, como lo está haciendo hoy el Pereira, pasar a rondas finales y disputar el título en el corto plazo.
Como lo hemos sostenido en otras oportunidades, a pesar de que el Atlético Bucaramanga es una empresa de capital privado, su historia y las características muy particulares de su actividad deportiva, son motivo no solo de un interés general para los aficionados de Santander, sino que le dan un valor histórico y cultural indiscutible, hasta constituirlo en uno de los estandartes de la región, luego no es indiferente para nadie lo que suceda con la institución, y las últimas señales que se han visto, dejan serias dudas de que a corto, o incluso a largo plazo vaya a tener el equipo un futuro mejor que el claramente mediocre que ha tenido hace ya largo tiempo.