El espacio público, una materia no aprobada por los gobiernos de la ciudad
La Alcaldía de Bucaramanga se propone, en el primer semestre del próximo año, recuperar 6.681 metros cuadrados de senderos para peatones en 14 sectores de la ciudad, para lo que ha destinado $1.794 millones, lo que no parece un esfuerzo mayúsculo, teniendo en cuenta que el espacio público por habitante debe ser de, al menos, 10 metros cuadrados y en la ciudad este índice apenas se acerca a 4 metros cuadrados. Pero, los ciudadanos no solo están lejos de contar con el mínimo esperable de espacio público por habitante, sino que lo que se tiene está en malas condiciones, a juzgar por los datos de la misma Alcaldía, que reconoce que por lo menos el 40% del espacio público ya rebasó su tiempo de vida útil, está en pésimas condiciones o su estado puede calificarse apenas de regular.
En realidad este es otro de los tantos problemas que, o bien no ha tenido atención de las alcaldías, o las que lo han intentado solo han logrado resultados apenas aceptables. La primera alcaldía popular de Alberto Montoya lo intentó a mediados de los ochenta, pero, además de la exitosa construcción de puentes peatonales y el Paseo del Comercio, no pudo avanzar en su ‘Plan muelas’, que buscaba retroceder las fachadas de todos los predios que, especialmente en el centro, violaban normas de planeación e impedían un mejor tratamiento del espacio en esta zona.
De ese tiempo hacia acá, la ciudad ha crecido y se ha poblado intensamente, contando con que la conurbación intensa hace que la población que circula diariamente por la ciudad se acerque al millón de personas.
Sin embargo, el ritmo de crecimiento de Bucaramanga y el área metropolitana ha superado en mucho a las administraciones municipales y hoy tenemos una ciudad con un espacio público escaso y en condiciones deplorables. Esto crea no solo una sensación de abandono, sino verdaderas áreas de gran inseguridad para peatones y conductores. Faltan vías confiables para caminar, puentes peatonales, senderos y muchos de los que hay carecen de iluminación, barandas u otros elementos de protección. En muchas comunas la ciudad es hoy un lugar hostil, inadecuado para personas en condiciones de discapacidad, caótico y maltratado. Esto hace que el ciudadano pierda arraigo y en lugar de formarse en el respeto y cuidado del espacio público, refuerce su conducta depredadora y termine cerrando el nocivo círculo de abandono gubernamental y destrucción ciudadana del poco espacio público del que disponemos.