El fin de los diálogos con el Eln
Al caer la tarde del viernes, el presidente de la República, Iván Duque, dio el anuncio que el país estaba esperando: el fin de los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional, Eln, tras el brutal ataque perpetrado por esta guerrilla en el que murieron 21 personas, en su gran mayoría jóvenes cadetes, y en el que más de 90 personas quedaron heridas.
El fin de los diálogos con el Eln es la consecuencia esperada casi desde el inicio de una negociación débil, en donde nunca fue evidente la intención de esta guerrilla de caminar en la búsqueda de la paz. Sus mensajes contradictorios, el no cese al secuestro, el asesinato de policías, el ataque a oleoductos y a la infraestructura, entre otros, fueron acciones que esta guerrilla no suspendió y que, por el contrario, acrecentaron hasta llegar al infame atentado de esta semana, que obligó al levantamiento de la suspensión de las órdenes de captura de los 10 guerrilleros que estaban en la mesa de negociación.
La torpeza del Eln parece no tener límites. Pretender que su guerra y su dolor tenga alguna aceptación en el país es desconocer completamente la realidad nacional y el rechazo absoluto a la guerra de guerrillas, rechazo que se hizo aún más profundo tras el proceso de paz que vivió el país con la Farc, hoy convertido en grupo político.
El Eln debe entender que Colombia rechaza completamente las acciones violentas y que no tendrá jamás el aval de una ciudadanía que le pide al unísono el cese de todo su actuar terrorista.
Es el diálogo la única salida viable al conflicto, pero el diálogo es entre quienes están dispuestos a negociar. Esperamos que esta terminación de la mesa de negociación no signifique el regreso al terror del pasado, pues los colombianos no podemos seguir siendo las víctimas de la barbarie y la indolencia de quienes no han entendido que no hay ninguna posibilidad de generar los cambios que la sociedad necesita a través de las armas. Son la educación, la generación de oportunidades, el impulso empresarial, el fomento del campo, la lucha contra la pobreza, entre un larguísimo etc, lo que en verdad puede cambiar a este país. Y es allí donde debe estar centrada la atención del Estado. Atención que siempre ha estado en la guerra y por lo cual no avanzamos como este país debiera.