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opinion/editorial
Jueves 14 de marzo de 2019 - 12:00 PM

La alarma ambiental

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Hemos reiterado en este espacio nuestra preocupación por los niveles de contaminación del aire que se respira en Bucaramanga, Girón, Piedecuesta y Floridablanca. Por ello se han encendido alertas ambientales, más es necesario advertir que no hay una ciudad del planeta que tenga actualmente aire limpio; la polución es uno de los grandes desafíos que enfrenta el siglo XXI, afecta la salud de millones de personas y es un asesino masivo: cerca de ocho millones de personas mueren en el orbe al año por tal causa.

Ante tal situación, surgen preguntas: ¿qué debemos hacer en nuestra región al respecto? ¿Qué políticas son acertadas a corto, mediano y largo plazo, si se sabe que la calidad del aire es distinta en cada sector de cada uno de nuestros municipios?

Gran parte de la mala calidad del aire en el área metropolitana proviene de la emisión de fuentes móviles, es decir, de automotores, aunque debe advertirse que no todos los vehículos contaminan en la misma medida, pues gran parte de la polución proviene de camiones, volquetas, motocicletas, buses y taxis. ¿Qué hacer?

Es necesario imponer estándares de emisión de gases más exigentes para la flota de transporte masivo de pasajeros y de carga, renovar el parque automotor que tiene más de 20 años de uso o “vehículos chimenea”. Debemos recordar que buena parte de los vehículos que transitan por nuestras vías ya están prohibidos en Europa y en Norteamérica por las altas emisiones de gases que producen. Y algo fundamental: la más alta contaminación proviene de los automotores que usan diesel.

La lista de medidas inteligentes es larga tanto frente a la contaminación del aire que proviene de fuentes móviles (automotores) como de fuentes fijas (industria, minería, incendios, chimeneas), pero lo que es difícil es que haya coordinación interinstitucional, inteligentes políticas a nivel municipal y lograr que las autoridades estatales actúen con determinación.

Y algo más: ¿tenemos suficientes estaciones de monitoreo? ¿En qué condiciones de mantenimiento están las que hay? ¿Son confiables los datos que ellas proporcionan?

Pensar “en caliente” en esta materia es erróneo. Tomar medidas de relumbrón pero no eficaces sería torpe en extremo.

Por eso inquieta si lo que nuestras autoridades van a hacer es realmente acertado para mitigar el problema o en esta materia se darán “palos de ciego”.

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