La eterna promesa de descontaminar el Río de Oro
Desde la década de los ochenta, existen registros en este diario de los proyectos y promesas de recuperar el Río de Oro, porque ya desde ese tiempo el grado de contaminación indicaba que esa fuente de agua era una de las más contaminadas del país y su total recuperación desde entonces se daba como muy poco probable.
Cerca de 40 años después de las denuncias que hizo Vanguardia sobre la lenta muerte del Río de Oro, la situación no solo no ha mostrado avances, sino que ha empeorado. Hoy, como entonces, se hacen comunicados de entidades oficiales que anuncian proyectos de descontaminación o, como es el caso actual, la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, Ptar, para esta fuente hídrica.
Habrá que estar atentos al curso que seguirá este nuevo anuncio que por ahora tiene mucho de promesas y poco de hechos concretos. De acuerdo con la administración municipal de Girón, en 2021 comenzaría el estudio previo para la construcción de la Ptar, aunque aún no está claro cuáles instituciones o entidades se sumarán a esta obra, para la que se ha calculado inicialmente una inversión cercana a los 11 mil millones de pesos. La historia que hay de la relación de los gironeses y habitantes del área metropolitana en general con las promesas de salvar el Río de Oro no deja sino desconfianza con lo que pueda ser el futuro de este nuevo anuncio.
En efecto, a pesar de que desde hace décadas existe de parte de unas pocas personas y entidades la preocupación de su sobrevivencia como fuente primordial de agua de esta zona del departamento, el río ha sido abusado y maltratado de todas las formas posibles. A su cauce se han lanzado durante muchos años, toneladas de material químico y contaminantes de todo orden, como aguas negras, basura, escombros y toda clase de desechos; pero, además ha sufrido también por mucho tiempo la deforestación, se han construido barrios enteros en la ronda del río y se ha extraído la arena del mismo, sin ninguna consideración técnica ni ambiental. Y a esto se suma el impacto del cambio climático en todas las fuentes hídricas, que han disminuido su caudal, como el de tantos otros ríos.
En fin, el caso de contaminación del Río de Oro es un hecho sobrediagnosticado y su solución ha sido una promesa eternamente incumplida. La diferencia hoy es que el medio ambiente del planeta entero afronta condiciones cada vez más desastrosas, mientras un afluente de la importancia del Río de Oro sigue muriendo ante la mirada impasible de toda el área metropolitana.