martes 23 de mayo de 2023 - 12:00 AM

Editorial

La segunda oportunidad de los habitantes de calle

Lo que la ciudad requiere es el funcionamiento de programas, planes y acciones directas, efectivas, con esta población, pero, mientras los cupos en las fundaciones que pueden tratarlos se cuentan por decenas, los habitantes de calle se cuentan por millares, pues son dos mil los que se contabilizaron en el área metropolitana

Proporcionalmente, Bucaramanga es, entre las grandes capitales del país, la que más habitantes de calle tiene, según las cifras que recientemente entregó el Gobierno Nacional. Ni Bogotá, ni Cali, ni Medellín tiene una tasa mayor que la de nuestra ciudad en esa sensible materia, un fenómeno en el que concurren múltiples causas pero que, precisamente por eso, debería recibir una atención mucho más seria y eficaz de parte de las autoridades municipales que son, obviamente, a las que corresponde la obligación legal de tratar esta problemática, que siempre ha tenido entre nosotros un enfoque en extremo hostil.

La existencia de habitantes de calle no ocurre por un capricho de algunas personas, quedarse a vivir en la marginalidad y el abandono, salvo en casos muy excepcionales, responde a una decisión personal, sino que es el resultado final de una larga experiencia en la que la violencia intrafamiliar, el abuso, el maltrato en ambientes escolares, las escasas condiciones económicas, entre otros factores, hacen en extremo dolorosa o peligrosa la vida para estas personas que, irónicamente, algunas de ellas, encuentran en la vida de las calles el refugio que necesitaban.

Los habitantes de calle tampoco son, como lo sienten algunos, unos invasores de la ciudad, a los que hay que expulsar o, como trágicamente ocurre con cíclica frecuencia, eliminar definitivamente. Muy por el contrario de estas macabras prácticas, lo que la ciudad requiere es el funcionamiento de programas, planes y acciones directas, efectivas, con esta población, pero, mientras los cupos en las fundaciones que pueden tratarlos se cuentan por decenas, los habitantes de calle se cuentan por millares, pues son dos mil los que se contabilizaron en el área metropolitana, la gran mayoría de ellos, obviamente, en Bucaramanga, mientras la posibilidad de atención escasamente llega a 200.

Esta inmensa desproporción entre el problema y la solución, nos lleva a la conclusión automática de que no ha existido en los últimos años, ni la claridad, ni el compromiso suficiente de parte de las administraciones municipales por hacer el esfuerzo profesional y presupuestal para ampliar suficientemente el alcance de las acciones de toda índole para dar a estas personas una vida digna y una nueva oportunidad frente a la sociedad, en vez de dejarlos marginados y sometidos a toda clase de adversidades. De las autoridades se oyó hace algunos meses una propuesta humanitaria, solidaria, muy consecuente con la realidad de estas personas, lástima que más allá de los buenos sentimientos e intenciones, no encontremos los resultados que todos deseamos.

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