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Editorial
Domingo 22 de septiembre de 2019 - 12:00 PM

Las elecciones y la paz territorial

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El país está entrando en la recta final del proceso electoral previo a los comicios del próximo 27 de octubre y cada día es más evidente la concurrencia de viejos y nuevos factores de violencia, de añejos métodos para acomodar resultados electorales como el trasteo de votantes, violencia, asesinatos de candidatos, lugares donde hay más censo electoral que población, amenazas, extorsiones, intensa polarización, desprestigio, hasta los que han llegado con el siglo XXI como las llamadas fake news o noticias falsas, el empleo siniestro de las redes sociales para consumar campañas de desprestigio, el uso amañado de las bases de datos que tienen las redes sociales para desde “bodegas informáticas” orientar mañosamente el razonamiento de segmentos enteros de electores y persuadirlos en este o aquel sentido.

Algunos de tales fenómenos están ocurriendo preferencialmente en municipios poco poblados, otros en grandes ciudades y en ciudades intermedias, pero se está demostrando que como lo que está en juego es el manejo del poder local, la burocracia municipal y el presupuesto de cada uno de los 1.101 municipios, hay muchos y muy distintos intereses creados que hacen que se multipliquen las formas de violencia y de constreñimiento. A ello se suma que en esta oportunidad ha habido poco y, además, deficiente control de la financiación de las campañas electorales y por ello si algo ha ocurrido es que las leyes electorales han sido “rey de burlas”.

Explicaciones abundan, muchas desacertadas. Hay quienes afirman, sin evidencias, que lo vivido demuestra que el Acuerdo de Paz con las Farc no logró sus fines, otros siembran especies incorrectas en contra del Gobierno central, etc. Lo que es evidente es que la paz territorial en Colombia es frágil y que a lo largo del territorio nacional pululan intereses creados que buscan tender cortinas de humo para seguir campeando y que subsisten muchos factores de violencia e intereses criminales de muy diversa procedencia.

Nadie reconoce estar llevando a cabo actos que ensombrezcan la campaña electoral pero hay incertidumbre, tensiones y manejo irresponsable de las redes sociales. Debe ser un propósito de los medios de comunicación y de quienes analizan los hechos nacionales actuar con prudencia, pues la historia en Colombia demuestra que es fácil extender el fuego de las pasiones y la polarización.

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