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Editorial
Domingo 11 de abril de 2021 - 12:00 PM

Las lecciones que deja el urbanismo táctico

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Así como los aciertos dejan experiencias que pueden servir de ejemplo para nuevas acciones, especialmente en el ejercicio de la administración pública, los errores también nos enseñan y en el caso de estos, sus conclusiones deben resaltarse para que no se repitan o para que se corrijan los efectos negativos de las acciones fracasadas. Es lo que ha sucedido en Bucaramanga con el intento de implementar en la ciudad el ‘urbanismo táctico’ que el pasado gobierno impulsó con ahínco, al punto de implantarlo en diferentes espacios públicos.

Bahías, pasajes, senderos, parques, calles, diferentes zonas comunes de Bucaramanga se vieron súbitamente ocupadas por elementos de distinta índole, como macetas, sillas, mesas, bloques pesados, etc, que pretendían obligar al conductor de carros o motocicletas, así como a los peatones, a hacer un uso determinado de ese espacio, que, en concepto de la alcaldía de entonces, era el indicado. Sigilosamente el esquema se le impuso a la ciudadanía que, desde un primer momento, arremetió contra la estrategia, principalmente porque no hubo ni siquiera una presentación adecuada de la idea, mucho menos educación ciudadana para lo mismo.

Caímos, como lo señalamos al principio, en el erróneo juicio de pensar que los modelos que sirven en otras partes del país o del mundo, automáticamente funcionan entre nosotros. Lo hemos sufrido en todos los campos, copiamos legislaciones extranjeras, instituciones políticas o del derecho penal, sistemas económicos; en los años 60 y 70 copiamos el modelo de industrialización que vivía el mundo y solo logramos hiperdesarrollar las ciudades y convertirlas al final en receptoras de millones de personas que las mismas ciudades no pudieron sostener.

Por esa clase de errores se pretendió implantar sin mayor consideración el ‘urbanismo táctico’ en Bucaramanga. La estrategia hoy está prácticamente en ruinas tanto por su fracaso conceptual, como físico; los elementos incorporados están dañados, los espacios temporalmente recuperados, están invadidos de nuevo, y así, en lugar de ganar en cultura ciudadana, retrocedimos, pues quedó en la gente la sensación de que las estrategias oficiales para recuperar el espacio público o para provocar una nueva conducta ciudadana son un fracaso entre nosotros, idea que tampoco es la correcta. Si se hubiese buscado un modelo más cercano a nuestras costumbres, se hubiese explicado con anticipación, se hubiese educado a la ciudadanía, cuando menos, lo más seguro es que el resultado hubiera sido otro, es decir, hoy tendríamos en ese aspecto, una Bucaramanga mejor.

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