Con el sol a sus espaldas, con el desprestigio por haberse transformado nada más que en un grupo violento, sin la posibilidad siquiera remota de tomar el poder, sin sustento ideológico que justifique sus acciones armadas y muy lejos del respaldo popular, el Eln se debate hoy entre la guerra de carteles en el Catatumbo especialmente, los golpes aleves a la población civil, los ataques a la infraestructura petrolera y una mesa de diálogo donde adelanta una negociación cada día más incierta.
Pero, mientras asistimos a este inexorable y lánguido final de este grupo, ellos, desconociendo o negando su realidad, continúan postulándose como insurgentes, aunque sus acciones de hoy sean, como acaba de ocurrir en Barrancabermeja el pasado 17 de mayo, secuestrar a cinco jóvenes pescadores de la región y apartarlos de sus familias, sin explicación alguna y sin que exista un mínimo de respeto por su dignidad y sus vidas ya que alcanzó a saberse que al menos uno de ellos fue herido en el momento de su plagio. El hecho, digno de todo repudio, da señales, además, de que puede ser cierto lo que hace años se dice y es que en el Eln la unidad de mando no existe y muchos de sus militantes actúan a capricho en distintas zonas del país.
Como medio de comunicación y como defensores que hemos sido siempre de Barrancabermeja y toda la región del Magdalena Medio santandereano rechazamos con determinación estos actos que pretenden someter la voluntad de las personas agredidas, de sus familias y su comunidad, mediante métodos aleves que ponen ventajosamente en inferioridad a las víctimas frente a los ataques armados de los agresores. No puede justificarse de manera alguna un acto de estos, tanto menos si, como parece, lo hacen quienes, al mismo tiempo, dicen querer una paz negociada.
Apenas ayer, ante el silencio del Eln, representantes de la iglesia católica de Barrancabermeja hacían llamados a ese grupo y se ofrecían como mediadores para la liberación de Yoider Javier Rivera Gamboa, Manuel Antonio Pedrozo, Fernando Álvarez, Steven Segovia y Bladimir Hernández. Todos los que rechazamos la violencia exigimos la liberación inmediata de estos jóvenes y del Gobierno Nacional las acciones necesarias para que se garantice el regreso a sus familias de este grupo de pescadores. La presencia de una mesa de diálogo no puede hacer que se mediatice la acción firme, eficaz y contundente de las fuerzas del orden, sobre todo cuando debe actuar en defensa de la libertad, la integridad y la vida de los colombianos.
