martes 03 de octubre de 2023 - 12:00 AM

Editorial

¿Nadie responde por las estaciones de Metrolínea?

Desdice mucho de la capacidad operativa y de la calidad moral de las autoridades el hecho de que le den la espalda a una situación tan penosa como la que se vive con los bienes de Metrolínea

El paso de nuestros periodistas por las redes sociales y físicamente por las estaciones de Metrolínea dejaron ver, en un rápido recuento, estaciones tomadas por la maleza, otras carentes de varios de los elementos del techo, sin partes metálicas, sin vidrios, alguna persona durmiendo en una hamaca colgada dentro de una estación, grafitis en los paneles de algunos paraderos, además de la ocupación frecuente, incluso con colchonetas, de habitantes de calle que, ante el abandono de estas estructuras, decidieron establecer allí sus dormitorios temporales. Es decir, al tiempo con la desaparición paulatina de la empresa, ha comenzado a darse su desaparición física y de la peor manera.

Sorprende no solamente la indiferencia de la comunidad que, en realidad, poco puede hacer para defender una infraestructura que estaba prestándole un servicio que hoy ya es casi que solo un recuerdo, pero lo que sí es totalmente injustificable es la pasividad y la indolencia de las autoridades que simplemente permiten que este asalto masivo contra las estaciones de Metrolínea ocurra sin la menor resistencia y quede en la impunidad.

Desdice mucho de la capacidad operativa y de la calidad moral de las autoridades el hecho de que le den la espalda a una situación tan penosa como la que se vive con los bienes de Metrolínea; esta no ha sido nunca, ni lo es ahora, por supuesto, una conducta propia de los bumangueses y los santandereanos, que siempre han sido personas afines con la austeridad, actitud que se refleja en el cuidado y conservación de lo que se posee, pero quienes tienen que responder por esta situación están permitiendo que, frente a los ojos de todos, se desvalije y destruya el mobiliario público de la ciudad.

De esta manera, las estaciones y paraderos de Metrolínea van convirtiéndose poco a poco en los escombros de lo que fue un proyecto de transporte que siempre rodó en reversa y que hoy termina de sucumbir, ahora físicamente, sin que nadie, ni la ciudadanía, ni la policía, ni la alcaldía, siquiera se den cuenta o les interese para nada su suerte. Es el epílogo más deplorable que podía esperarse para el Sistema Integrado de Transporte Masivo y para estas alcaldías metropolitanas, en cuyas manos, todo, incluso su mobiliario, desapareció.

Sea el momento para preguntarle a la Junta Directiva de Metrolínea y al alcalde de Bucaramanga, ¿Qué pasó con el anuncio hecho hace más de 40 días de un proyecto de acuerdo para comenzar la liquidación del ente gestor?

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