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Editorial
Sábado 29 de enero de 2022 - 12:00 PM

Niños como mercancía

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El pasado jueves, en la noche, la Policía Metropolitana de Bucaramanga abordó a una mujer de 22 años que pedía limosna con una menor de dos años en una calle del centro de Bucaramanga. Al solicitarle la documentación, se comprobó que la niña no tenía ninguna relación con la mujer y que estaba siendo instrumentalizada para la mendicidad. La mujer fue capturada por explotación de menores y la niña entregada al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf). Aún no es clara la manera cómo esta menor fue sustraída de su familia y utilizada para la mendicidad.

Según indicó Francisco Rey, subsecretario del Interior de Bucaramanga, ya son seis los menores de edad que han sido trasladados al Icbf en lo que va corrido del año, tras diversas acciones orientadas a combatir la mendicidad infantil, medidas que han llevado también a la verificación del estatus migratorio de 80 ciudadanos extranjeros.

Lo que está ocurriendo es de una profunda gravedad. Quienes hemos vivido en Bucaramanga y su área metropolitana por décadas hemos sido testigos de cómo, de forma gradual, se ha incrementado de manera alarmante la mendicidad en niños. Si bien este fenómeno nunca ha sido ajeno a nuestras dolorosas realidades de pobreza, ahora casi que en cada semáforo hay niños apostados pidiendo una moneda, con sus caritas sucias y sus ropas apretadas como los más fieles testigos de su abandono.

Es evidente que detrás de estos niños mendigos hay una red de tráfico y explotación de menores. Es evidente que alguien, o muchos, se están aprovechando del estado de desprotección de estos menores y, seguramente de la necesidad de sus familias, para sacar provecho y explotar su infancia y su fragilidad.

Esta persecución a las mafias o personas que explotan a los niños como mendigos no debería ser una más de las acciones de la Policía Metropolitana o de las labores de las distintas secretarias y entidades que trabajan en la prevención del abuso y explotación de los niños. Debería ser nuestra obsesión como santandereanos, debería ser la prioridad de las autoridades. Todos hemos visto a diario cómo son utilizados estos niños y como su infancia se va destrozando en medio de los abusos. No podemos seguir siendo indiferentes.

Es necesario que desde las autoridades a cargo se cree una especie de equipo especial para desarticular a estas mafias y poner a salvo a estos niños. Cada una de estas vidas abusadas se convertirán mañana en más historias de abuso también, de abandono y de réplica de este mismo dolor que hoy sienten de niños.

Nos corresponde a todos como habitantes de este mismo lugar ser también guardianes de la preservación de estos niños, que no tienen cómo defenderse, que son los más frágiles de todos quienes a diario recorremos las calles de nuestras ciudades y que vemos cómo en sus ojos es evidente la necesidad de auxilio.

El llamado es a denunciar y a no ser indiferentes. Y a las autoridades a extremar las medidas de protección frente a estos niños y de persecución a quienes los explotan.

Si usted sabe de menores que estén siendo explotados o usados para la mendicidad denúncielo, o escríbanos a unidadinvestigativa@vanguardia.com

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Publicado por Redaccion Editorial

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