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Editorial
Lunes 02 de septiembre de 2019 - 12:00 PM

No podemos olvidar la Amazonía

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Mucho se ha comentado en la prensa mundial sobre los incendios que se dieron en la región amazónica. Buena parte del cubrimiento de tal noticia y los comentarios sobre ella giraron en torno a la conflagración que ocurrió por la mano del hombre, del desastre ecológico que representa, de las posturas que han tomado gobernantes y dirigentes de diversos países. En estas informaciones se repitieron lugares comunes o posiciones oportunistas y frívolas sobre tan lamentable hecho.

Sin embargo, una vez pasada la efervescencia de las noticias, se teme que la Amazonía siga fuera de la visión de los gobiernos y que su destrucción continúe de manera impune y sin que se tomen medidas para frenarla.

En ningún otro lugar del mundo hay tan considerable número de especies animales y vegetales como en la selva amazónica, allí hay más especies vegetales por kilómetro cuadrado que en toda Europa, decenas de miles de especies de plantas, más de 2,5 millones de insectos, 1.300 especies de aves, 430 especies de mamíferos y más de 3.000 especies de peces, gran riqueza de plantas, alimentos, hojas, semillas, frutas y nutrientes.

La Amazonía produce grandes cantidades de agua, suministra humedad e influye en las lluvias de toda América del Sur. Sus “ríos voladores” (masas de aire cargadas con vapor de agua producido por la evapotranspiración) transportan humedad a grandes regiones suramericanas, influyendo en el régimen de lluvias de todos los países de nuestro subcontinente. Es esencial para la agricultura, para la producción de alimentos y de energía eléctrica de toda Sudamérica. Allí hay un gran número de especies animales y de plantas que aún son desconocidas para la ciencia y se produce casi la quinta parte del agua que llega a los océanos del planeta.

Por paradoja, el suelo de la Amazonía, deforestado, es el más pobre e infértil del planeta; su delgada capa de humus se elimina con facilidad tras las lluvias que “limpian”, dejando su suelo inservible. Pocos centímetros por debajo de su capa superior de suelo solo hay arena o arcilla. ¿Qué quiere decir ello? Que deforestar la Amazonía es volverla un desierto.

La Amazonía es fundamental para la supervivencia de la especie humana. Por ello es equivocado pensar que la soberanía que tienen nuestros Estados sobre tal región es absoluta, con sentido egoísta. Ella es nuestra y de la humanidad, nosotros solo somos los guardianes de uno de los pocos grandes tesoros que quedan para la supervivencia del homo sapiens en el planeta.

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