La salud de una sociedad tiene mucho que ver con la forma en que las administraciones tratan a sus ciudadanos más vulnerables, y los peatones son, indiscutiblemente, los usuarios más indefensos de nuestras calles.
Editorial
Planeación para corregir la anarquía de los fines de año
En el área metropolitana, los problemas parecen multiplicarse. El tradicional, aunque inaceptable, problema de la ocupación del espacio público y la incontrolable congestión de tránsito peatonal y vehicular en las temporadas decembrinas, que aquejaba al Centro de Bucaramanga, luego se repitió en Cabecera, más tarde en la Ciudadela; enseguida, la población creció y migró hacia el sur, entonces, la congestión empezó a vivirse en la calle 105 y en Cañaveral y ahora, este año, también se denuncia una copiosa concentración de vendedores ambulantes y estacionarios en el casco urbano de Floridablanca.
Suele pensarse que estas son consecuencias lógicas del crecimiento demográfico, que lleva a la expansión urbanística y, por lo tanto, no debe extrañar que aumente el número de personas y de vehículos, especialmente en temporadas vacacionales y comerciales tan intensas como los finales de año. Pero, realmente esto no es así sino en los países menos desarrollados y en ciudades mal administradas, donde no hay una planeación adecuada, no se toman a tiempo las decisiones acertadas y no se ejecutan las obras indispensables para que las temporadas de alta afluencia de gente a los lugares públicos, no signifiquen caos y tanto menos, que aceptemos tal cosa como algo natural.
La planificación urbana implica anticipación, visión y un compromiso serio con el bienestar de la comunidad. Esto significa trabajar en áreas como la infraestructura de transporte, que debe ser el epicentro de cualquier estrategia de planificación urbana efectiva, pero entre nosotros es hoy un área que está pasando de crítica a catastrófica, aunque esto no impide que se puedan implementar estrategias que fomenten la movilidad sostenible, entre otras cosas con la creación de zonas peatonales que no solo hagan respetar los derechos de los peatones, sino que los protejan de los excesos e impertinencias de los conductores de toda clase de vehículos.
Pero mientras estos y muchos otros factores sigan sin ser tomados en cuenta para replantear administrativa y urbanísticamente algunas zonas del área metropolitana, que incluyen, sin duda, también a Girón y Piedecuesta, cada año serán más los focos de movilidad conflictiva en temporadas vacacionales y comerciales, mientras las soluciones cada vez estarán más lejos. Las ciudades que reconocen la importancia de una planificación estratégica, están mejor preparadas para enfrentar los desafíos de las altas temporadas. Desenredar el nudo urbano no es tarea fácil, pero con visión, compromiso y planeación, la anarquía dejaría de ser parte de nuestras endemias urbanas.