miércoles 15 de noviembre de 2023 - 12:00 AM

Editorial

Preocupante aumento de la violencia en la ciudad

Peleas, balaceras, asesinatos y palizas forman parte hoy del catálogo de hechos y crímenes que ocurren en una ciudad que no tiene por qué aceptar y tanto menos acostumbrarse a que este sea su día a día

A los bumangueses, particularmente a los residentes en Cabecera, ya solo les queda contar los días que faltan para que en la zona de negocios nocturnos ocurra una verdadera tragedia, no solo porque pueda presentarse una emergencia sin que se cuente con las medidas de seguridad necesarias para este tipo de situaciones, sino porque, como ocurrió en el pasado fin de semana, una de las tantas batallas campales que se forman en los establecimientos o en las calles aledañas, tenga consecuencias fatales. La permisividad de las autoridades y la persistente irresponsabilidad de muchos propietarios solo sirven para propiciar situaciones de riesgo en el sector.

Este, que puede considerarse otro factor de intranquilidad y riesgo, se suma a la irascibilidad, el descontrol y la acción delincuencial directa que se convirtieron en desesperante característica de esta ciudad en la que, prácticamente en cuestión de horas, un hombre, sin motivo conocido, pasa en una motocicleta y dispara a los piés de un grupo de personas en una de las calles del barrio Bucaramanga, hiriendo a varios de ellos, otro hombre muere por un ataque sicarial en el barrio San Alonso y ciudadanos enardecidos dieron una paliza a dos atracadores en el barrio Pan de Azúcar.

Peleas, balaceras, asesinatos y palizas forman parte hoy del catálogo de hechos y crímenes que ocurren en una ciudad que no tiene por qué aceptar y tanto menos acostumbrarse a que este sea su día a día. Si bien ya no estamos en la pequeña villa de hace unas décadas, el hecho de que la integración del área metropolitana haya desarrollado dinámicas distintas no puede servir para justificar que el delito, la intolerancia y la justicia por mano propia (que no es más sino otra forma de criminalidad), sean consideradas parte de las nuevas realidades de este territorio.

El fracaso de las últimas administraciones en el control de los factores que llevaba la criminalidad en la ciudad, no debe extenderse por los gobiernos de los próximos años. Este es un problema que debe afrontarse con firmeza y con mesura para que se llegue, por fin, al justo balance entre los derechos de todas las personas, se eliminen las múltiples causas que hay de fondo y se desactive esa peligrosa e ilegal tendencia de los ciudadanos de agredir, incluso hasta la muerte, a quienes, a veces sin certeza o pruebas, son señalados como delincuentes. Urge el diseño de políticas eficaces, ponderadas y de claro plazo, que logren devolver la tranquilidad y la seguridad a la ciudad.

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