Repudio al terror
Tras varios años de sosiego por la ausencia de actos terroristas en las principales ciudades colombianas, ayer regresó la zozobra. Se llevó a cabo en Bogotá un atentado criminal contra las instalaciones de la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional, es decir, contra el corazón mismo de la institución cimera en la lucha del Estado contra las organizaciones insurreccionales, los narcotraficantes y todas las formas de delincuencia y de violencia que atacan la tranquilidad ciudadana. La modalidad usada para ello tiene particularidades distintas a las empleadas en Colombia en el último medio siglo por los terroristas, pues todo señala que un criminal suicida, en una camioneta, entró violentamente al complejo de formación policial y raudamente estrelló el vehículo contra una de las edificaciones del lugar, explotando el automotor. Un total de 10 personas murieron y más de 50 quedaron heridas, además de los graves daños materiales.
Surgen numerosos interrogantes sobre lo sucedido pero, al momento de redactar este editorial, no hay respuesta certera a ellos, ni sobre las razones, ni sobre los determinadores, ni los financiadores de este acto... pareciera labor de un lobo solitario, lo cual es completamente ajeno a las características de la violencia de nuestro país. Pero Colombia tiene una determinación: no puede volver a padecer una nueva espiral de absurda violencia.
Hacer acusaciones con base en suposiciones, sin medios válidos de prueba, es temerario. Sin embargo, los señalamientos se han multiplicado en las últimas horas con base más en pálpitos emocionales que en razones que a la luz del Derecho puedan ser pruebas válidas para imputarle la autoría a organización o grupo delictivo alguno. Ya se han abierto varias líneas de investigación criminal. Los organismos de seguridad, la Policía y la Fiscalía tienen el conocimiento y experiencia suficiente para con certeza y rapidez establecer que ocurrió en Bogotá ayer.
Vanguardia Liberal repudia el hecho, lo que él entraña, expresa a la Policía Nacional y a los familiares de las víctimas de este oscuro acto de terror su solidaridad, pide al país congregarse en torno de las instituciones patrias y con serenidad y tino establecer lo ocurrido, para que todo el peso de la ley caiga sobre quienes llevaron a cabo este acto de terror, que fue diabólicamente premeditado, planificado y perpetrado con sevicia y alevosía. Es necesario, pues el país no puede volver a transitar por amargos caminos ya padecidos.