Con mucha más pena que gloria el Alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda, abandonó el gobierno del presidente Gustavo Petro, dejando en el momento de su partida una gran cantidad de problemas.
Editorial
Rodolfo Hernández decepciona a sus electores y a Santander
Cada vez está más claro, no solo para los santandereanos, sino para el país entero, que a Rodolfo Hernández lo sobrepasó la responsabilidad que adquirió al convertirse en candidato presidencial de segunda vuelta y luego, en virtud de los derechos y deberes que impone el Estatuto de la Oposición, tampoco supo estar a la altura de la curul que tal disposición le otorga, pues al transcurrir solo el segundo mes de su trabajo legislativo, quien se suponía representante de una caudalosa votación, anuncia su retiro y deja vacío un escaño fundamental para la oposición.
Para no ir más lejos, desde esa posición, a la que ahora renuncia Hernández, fue que Gustavo Petro desarrolló la última parte de su carrera política, que lo tiene hoy precisamente en la presidencia de la República. Pero Hernández, en una demostración más de que no tiene la talla que le reconocieron más de 10 millones de colombianos, en un comunicado bastante ligero y con un chiste destemplado en el que se compara con un futbolista, se va del Senado dejándole a la oposición simplemente una silla vacía.
Esta casa editorial, junto con 871 mil santandereanos, confió también en Rodolfo Hernández y respaldó su candidatura presidencial sobre la idea de que su presencia en la Casa de Nariño, o en el Congreso, en caso de no ganar la presidencia, constituiría un nuevo baluarte para la democracia y que a la par con un desempeño destacado en cualquiera de estas dos posiciones, crecería una nueva generación de líderes regionales dispuestos a acompañar y defender sus posiciones y sus acciones, que es lo que se espera de un verdadero dirigente político.
Pero queda claro que Hernández le falló a los colombianos y a los santandereanos, pues desoyó ese gigantesco mandato electoral de representar a la oposición en el congreso, por buscar objetivos personales en la gobernación de Santander o la alcaldía de Bucaramanga. Con la misma velocidad, entonces, con que creció en el país la expectativa y la figura de Rodolfo Hernández, va desdibujándose cada día más el excandidato presidencial. La manera despectiva como trata el ejercicio político, del que, al mismo tiempo, no quiere desprenderse, deja mucho qué pensar de su coherencia y la forma irrespetuosa como se ha burlado de quienes le dieron su voto de confianza en junio pasado, deja mucho qué desear de sus verdaderas condiciones de liderazgo, además de que como representante de los santandereanos en el país, Rodolfo Hernández hasta ahora nos ha dejado mucha pena y poca gloria.