No podemos confiarnos y olvidar que el descuido de nuestras obras de infraestructura, en cualquier momento pueden desencadenar consecuencias catastróficas, pues son elementos fundamentales de la vida urbana que pueden o no estar en riesgo.
Editorial
Solidaridad con Semana
Durante las últimas décadas, la prensa ha sido considerada el cuarto poder y ello se debe no solamente a que su función social entraña una determinante influencia sobre la sociedad y la opinión pública, sino a que contiene en sí misma un conjunto de derechos y libertades que la hacen una de las expresiones más depuradas de las democracias modernas. El respeto de la prensa hacia la sociedad y de ésta a aquella son base insustituible para consolidar a partir de allí la sana convivencia entre los miembros de una Nación, pero también es la mejor manera de garantizar la prevalencia y la defensa de los más altos valores y principios morales y legales.
La función de la prensa ha sido siempre la de informar, pero también la de denunciar y opinar, es decir, los medios de comunicación desde un principio se consolidaron como la expresión de la conciencia de las sociedades, mientras que su existencia y ejercicio de los derechos y libertades ciudadanas pasaron de ser simples referentes, para convertirse en verdaderos pilares democráticos, por lo que atentar contra ellos, de cualquier manera, es violentar a la sociedad en su conjunto, la cual es una de las conductas más contrarias al espíritu democrático.
Por todo esto, como medio de comunicación que por más de 104 años ha defendido sin ambages el ejercicio periodístico y la dignidad de este oficio, es que queremos sentar hoy nuestra firme voz de protesta, esta vez en relación con el ataque que sufrió la revista Semana el viernes pasado, por parte de la minga indígena que allanó su sede y arremetió contra las instalaciones del medio, en una acción que desdice directamente de lo que este movimiento reclama representar.
La minga transgredió la ley al atentar de esta forma contra un medio de comunicación, y su acción abusiva agredió a quienes en la sociedad colombiana siempre hemos representado y defendido la libertad de prensa, de información, de opinión. La violencia no puede ser, bajo ningún pretexto, la opción para manifestar un desacuerdo o tramitar un reclamo, por lo que no existe justificación válida para esta acción totalmente excedida de una parte del movimiento indígena colombiano. A nuestros colegas de Semana les expresamos, entonces, nuestra solidaridad incondicional, como recientemente lo hicimos con otros medios que han sufrido ataques y amenazas de grupos o sectores que también, sin éxito, han pretendido, mediante la violencia, doblegar al periodismo.