Un crimen atroz: el feminicidio
El informe de la campaña No Es Hora De Callar, que publica este medio para denunciar los diferentes casos de violencia contra la mujer, pone en evidencia que en Colombia, durante la pandemia, si bien la mayoría de delitos ha disminuido, el feminicidio ha aumentado en un 8,6%.
En el país, en lo que va corrido de 2020, 99 mujeres han sido víctimas de este delito, es decir, cada semana han asesinado a casi 13 mujeres y, en buen número de casos, los asesinos han recurrido a espeluznantes métodos que hacen que sus crímenes sean agudamente violentos.
El aislamiento social, el confinamiento preventivo, método que a lo largo de la historia se ha usado en todos los países por ser el más eficaz cuando se vive una crisis sanitaria de la naturaleza de la que enfrentamos, en lugar de servir para que reine la concordia en el seno de muchos hogares, ha sido el caldo de cultivo ideal para que aflore la violencia intrafamiliar, campee la agresividad machista y las mujeres se hayan convertido en corderos de tan oprobiosos sacrificios.
En nuestro sistema jurídico hay medidas de protección que teóricamente se implantaron para evitar actos de violencia contra las mujeres en el seno de sus hogares, las autoridades Policivas y de Derecho de Familia suelen decretarlas para que los agresores permanezcan alejados de sus potenciales víctimas, pero han demostrado que son ineficaces, pues los violentos las burlan y llevan a cabo sus horrendos delitos. Tales medidas deben revisarse a fondo, pues no están cumpliendo el fin para el que fueron implantadas, no logran garantizar la supervivencia de las víctimas.
Otro problema grave, que habla mal de Colombia y de su sistema judicial, es el bajo número de sentencias que los jueces han proferido frente a los casos de feminicidio que se han cometido. La parsimonia que reina en los procesos investigativos se traduce en impunidad y se convierte en un espeso manto que protege a los agresores y feminicidas en una sociedad patriarcal como la nuestra.
El feminicidio es un crimen de odio y como tal hay que enfrentarlo, investigarlo, juzgarlo y sancionarlo. Miles de mujeres están atrapadas por el miedo y el acecho de sus agresores. El papel de las mujeres en la historia, en la comunidad, en la familia, exige que nuestra sociedad cambie de actitud ante tan oprobioso y atroz acto de barbarie.