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Editorial
Miércoles 15 de mayo de 2019 - 12:00 PM

Una crisis en la que todo el país pierde

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No se recuerda, al menos en el corto plazo, una situación institucional crítica como la que afronta el país en este momento. La polarización en la que quedó Colombia tras el proceso de paz con las Farc ha trascendido ya al nivel institucional, de manera tal que hoy las distintas decisiones de quienes tienen su cargo el manejo del Estado se han apartado del deber ser institucional, para moverse en el ámbito de las posiciones políticas y refrendar desde allí las posturas dependiendo de en qué orilla se esté, mientras que las normas, el debido proceso y el fin de las instituciones caen en el peor de los abismos.

Nada parece estar bien en este momento en materia institucional. Una Justicia Especial para la Paz, JEP, que no avanza, no toma decisiones y no se decide a procesar en el marco de los acuerdos de paz a los excombatientes de las Farc, pero frenada también en su funcionamiento por el mismo Ejecutivo y el Congreso, que enredados en las objeciones a su Ley Estatutaria no ha permitido que se avance en lo que debiera. Y la decisión de no solo no extraditar a Santrich, sino dejarlo libre hacen crecer aún más el miedo de que la impunidad reinará en el posconflicto.

Una Justicia golpeada en su credibilidad, tras la sombra del Cartel de la Toga, donde los actos de corrupción de pocos enlodaron la dignidad del poder Judicial y sembraron un manto de duda sobre su independencia, lo cual ha sido el combustible perfecto para quienes quieren insistir en polarizar el país.

Un fiscal, que aunque se propuso una cruzada contra la corrupción sin antecedentes, fue desdibujándose en los conflictos de interés por el caso Odebrecht y terminó renunciando por las decisiones de la JEP. Y tras de él, renunció también la Vicefiscal.

Un Congreso que como lobos hambrientos solo esperan saber cómo moverá el Gobierno sus fichas en las próximas elecciones, para saber si apoyan o no las iniciativas gubernamentales, sin importar si son benéficas o necesarias para el país.

Y un Ejecutivo que luce ausente y sin coherencia entre sus miembros, con un Presidente que no ha podido frenar esta polarización ni trasmitir confianza en las instituciones.

Todos perdemos como país en esta situación. ¿Dónde está el llamado al trabajo armónico entre los poderes públicos? ¿Hacia dónde nos lleva esta crisis institucional, donde se acusan unos a otros, pero nadie está dispuesto a ceder?

Es mucho lo que está en juego. La JEP debe confirmarle al país que este proceso de paz no estará marcado por la impunidad; la terna de Fiscal pondrá a prueba la independencia que requiere esta dignidad y el Presidente tiene un gran reto en unir e insistir en que las ramas del poder público cumplan su fin de trabajar en armonía.

Es la institucionalidad de un país la que está en juego.

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