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Editorial
Viernes 05 de junio de 2020 - 12:00 PM

Urge detener la deserción escolar

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Entre los datos desalentadores que comienza a mostrar la pandemia causada por el coronavirus en Santander, se conoció ayer el de la deserción escolar que, por ahora, según cifras oficiales dadas a conocer por la Secretaría de Educación de Bucaramanga, según las cuales, en este momento hay 1.889 estudiantes de colegios oficiales que se han separado del sistema, lo que significa que este alto número de menores de edad, en su gran mayoría, dejaron de recibir clases y tienen su escolaridad futura en entredicho.

En primer lugar, es muy importante que las autoridades determinen cuáles han sido las causas por las que estos niños y jóvenes han desertado, pues en medio de la confusa realidad que ha impuesto la pandemia, algunos de ellos pueden estar ahora en la indeseable condición de ser menores trabajadores, otros pueden estar atendiendo labores de casa o improvisándose como cuidadores de personas de la tercera edad, porque los adultos han salido a buscar el sustento diario; una buena cantidad también se habrá separado por la incapacidad de sostener las exigencias de la enseñanza virtual, la falta de equipos para asumirla, o la imposibilidad de tener un soporte familiar para entenderla, y un largo etc. En pocas palabras, son muchas las razones por las que puede darse esta situación, pero, con seguridad la mayoría de ellas escapa al deseo de los menores de perder su colegio.

Muchas veces, ante varios de los problemas que históricamente nos han aquejado, hemos subrayado el hecho de que la educación es elemento fundamental en cualquier idea o proyecto que se proponga mejorar cualitativamente a la sociedad, por lo que es allí en donde deberían concentrarse los mayores esfuerzos de los gobiernos y ver que, precisamente en una circunstancia tan difícil como la actual, se pierden cerca de dos mil muchachos que estaban formándose en los colegios, significa retroceder de manera enorme en ese esfuerzo titánico que los países menos desarrollados debemos hacer por mejorar nuestras condiciones económicas, físicas, pero, sobre todo, humanas.

La brecha social se profundiza en la medida en que el acceso a la educación se hace más difícil o se pierde definitivamente. Bucaramanga ha tenido en los últimos años un buen comportamiento en este campo y no dudamos de que ahora, frente a este nuevo desafío, surgirá la creatividad y la determinación necesaria para vencerlo cuanto antes y regresar al sistema a esta gran cantidad de niños, jóvenes y familias que tenían en el colegio la esperanza de construir para sí mismos un mejor futuro.

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Publicado por Editorial

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