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Miércoles 01 de marzo de 2023 - 12:00 PM

En un día se planeó la salida de Alejandro Gaviria del gabinete presidencial

Petro y su equipo comenzaron a fraguar la jugada el domingo. El lunes se materializó. La Primera Dama hizo su parte.

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El Colombiano / VANGUARDIA
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La salida de uno de los ministros que más tranquilidad daba en los estamentos de poder, el exencargado de la cartera de Educación Alejandro Gaviria, se comenzó a gestar silenciosamente el domingo en los pasillos de la Casa de Nariño luego de la filtración de una demoledora carta en la que él y otros tres funcionarios criticaron con fuerza la reforma a la salud. Se tejió una medida ejemplarizaste.

La misiva tenía la firma de Gaviria y las de los ministros de Hacienda, José Antonio Ocampo, y de Agricultura, Cecilia López, además del director de Planeación, Jorge Iván González. Fueron 17 páginas sustentando la inviabilidad del articulado que radicó la ministra de Salud, Carolina Corcho, y que al verla circulando en medios y redes desató malestar en los niveles más altos de Palacio. Y aún no era las 8 de la mañana de ese 26 de febrero.

El ruido fue tal que el Presidente y sus asesores más cercanos, incluyendo a la jefa de Gabinete, Laura Sarabia, comenzaron un agitado intercambio de mensajes para saber cómo enfrentar la polémica. Algunas fuentes hablaron de una especia de comité de crisis, porque esta era la segunda carta de uso interno de la Presidencia que terminaba en los titulares. Antes, a comienzos de febrero, había trascendido la otra, también de Gaviria criticando la reforma de Corcho, por lo que los señalamientos de filtrador cayeron sobre Gaviria.

Los diálogos de Petro con su guardia pretoriana duraron casi todo el domingo. Para ese día, dicen quienes supieron del intercambio de mensajes, ya había una decisión tomada que solo conocía un escaso círculo: el primer remezón ministerial del mandatario, quien en sus tiempos de alcalde de Bogotá –por allá en 2015– tuvo hasta 30 secretarios en el Palacio de Liévano. Otras voces afirman que la salida de Gaviria, materializada en el día 204 de Gobierno, es un presagio.

En lo oficial, desde la Casa de Nariño se limitan a indicar que todo es información privada y que, como tal, se trató a puerta cerrada. Pero el hermetismo devela que la intención principal era que no se filtraran más datos sensibles, como las cartas de la discordia. Incluso, esa fue la orden que se impartió pasada la hora de almuerzo.

Además, la decisión de hacer un remezón se cocinó conscientemente horas antes de una agenda pactada con los partidos tradicionales que se montaron al tren del petrismo. De hecho, desde la mañana del lunes, ya con el mensaje listo para hacérselo llegar a Gaviria –y a las ahora exministras María Isabel Urrutia y Patricia Ariza–, comenzaron a cruzarse mensajes con los jefes de la U (Dilian Francisca Toro), del Conservador (Efraín Cepeda) y del Liberal (César Gaviria), para invitarlos a almorzar en la Casa de Nariño.

Si bien se les dijo que el tema central eran las reformas que quiere Petro promover, en la agenda también estaba la notificación de que habría cambios ministeriales.

Incluso, es por eso que desde esos tres partidos sostienen la hipótesis de que el mandatario los convocó intencionalmente antes de su alocución para que la movida pareciera una jugada de “mermelada” burocrática y no lo que esas colectividades ven como un inatajable: la caída de la radical reforma a la salud tal y como la presentó Corcho.

En ese contexto el presidente del Liberal, César Gaviria, dijo que fue la misma ministra la que pidió la salida de Alejandro Gaviria de la cartera de Educación. Esto coincide con un antecedente: la disputa de Corcho con el también exministro de Salud data de tiempo atrás, pues ella lo había catalogado como “el presidenciable de la EPS” cuando era precandidato de la Coalición Centro Esperanza.

“Los ministros son de libre nombramiento y remoción del Presidente, pero me asiste el temor de que lo que terminó prevaleciendo fueron las exigencias de la ministra Corcho, quien a lo largo del proceso de discusión de la reforma ha sido intolerante, no acepta las críticas, ni las ideas diferentes”, cuestionó Gaviria.

Fue tal el enojo del exmandatario que el lunes –tras el almuerzo– no quiso posar en la fotografía de los jefes de partido con el Ejecutivo, aún después de que se había sentado con Petro en dos citas ese mismo día. La primera, solo de la bancada Liberal con el Gobierno –que duró cuatro horas y se llevó a cabo en el Salón de Presidentes–; la segunda, la convocatoria a manteles.

Las otras tensiones

Mientras esto pasaba en la Casa de Nariño, en el Ministerio de Educación había una calma tensa. Ese lunes ya había rumores en los círculos de poder sobre la salida de Gaviria del gabinete, e incluso él mismo lo dio a entender en diálogos con sus asesores. Pero aún faltaba la llamada clave, la de la Laura Sarabia.

Esa comunicación llegó sobre el medio día. Y fue para convocarlo a una cita privada con Petro –previa al Consejo de Ministros de ese día– y que él, por supuesto, no evadió. Pero tenía el presentimiento.

Así las cosas, Gaviria llegó después del almuerzo de Petro y los jefes de partidos pasadas las 4 de la tarde para una cita con Petro que, según varias fuentes, duró unos 10 minutos y se realizó en el despacho presidencial. Allí se le notificó la baja, la misma que hizo pública el Jefe de Estado tres horas después en horario prime time a través de una alocución de 2 minutos y 55 segundos.

Tras ese anuncio, en cocción desde la mañana del domingo, Alejandro Gaviria dijo que seguiría siendo crítico, ironizó en redes afirmando que se iba “por problemas de salud” y ajustó su perfil de Twitter para autocalificarse como un “reformista democrático” y “defensor de la libertad de expresión”. ¿Pulla a su ahora exjefe?

Según confirmó El Colombiano, este martes –ya con la efervescencia del revolcón más calmada– Gaviria volvió a donde Petro, en Palacio, para reiterarle que no dejaría de criticar la reforma a la salud si se mantenía lo presentado por Corcho. Y le dijo, según una fuente, que no lo hacía por política o animadversión con su contradictoria, sino por el interés de salvaguardar el sistema.

Pero mientras que el ahora exministro de Educación sí se vio dos veces con Petro, la exministra de Cultura Patricia Ariza se fue del Gobierno esperando una cita con él. Le ratificó a este diario que se enteró de su salida cinco minutos antes de la alocución y en una llamada de Sarabia que duró tan solo 30 segundos y en la que no le dio explicaciones por su salida.

Aquí hay otro dato relevante. El domingo, cuando se habló de las filtraciones y se diseñó la estrategia para sacar a Gaviria, la primera Dama, Verónica Alcocer, hizo saber que en la cartera de Cultura, la de Ariza, había un viceministro, Ignacio Zorro, que tenía un mejor perfil y con quien, incluso, viajó a Venezuela este año. Y resultó siendo el designado en encargo el lunes para comandar esas oficinas

Con Urrutia pasó algo similar, pues la llamada de sarabia sí llegó, pero no el mensaje directo de Petro. Ella, en todo caso, se fue culpando a Dilian Francisca Toro de su salida.

Pero, en palabras de Alfonso Prada, “hay una remoción de parte del gabinete que conduce a que haya más coherencia y aceleramiento en el proceso de Gobierno frente al Congreso y en el impulso a las reformas sociales”. Esto coincide con lo dicho por Petro: “Necesitamos más cohesión y determinación”.

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Sin embargo, en Palacio quedaron los ministros de Agricultura, Cecilia López, y de Hacienda, José Antonio Ocampo, dos del ala de los técnicos que le hacen contrapeso a los activistas. Pero sobre ellos hay dos versiones: una dice que están empoderados en sus gestiones, y otra apunta a que serían los próximos en salir. La decisión sigue estando en el despacho de Petro y el teléfono de Sarabia.

Las fichas que llegaron

En todo caso, tras estos movimientos llegaron tres funcionarios más cercanos al petrismo que apelan por mantener la cohesión ideológica por encima de la negociación política.

Aparte de Zorro –el amigo de la Primera Dama–, entraron Aurora Vergara en Educación, una mujer de la cuerda de la vicepresidente Francia Márquez quien, sorpresivamente, terminó con más cuotas en el gabinete y, al mismo tiempo, defendiendo con más fuerza la polémica reforma de Corcho. Y en Deportes aterrizó Astrid Rodríguez, del corazón del movimiento estudiantil de las universidades públicas.

En medio de este tire y afloje de llamadas mensajes, pullas y movimientos de un ajedrez político cada vez más polémico, se dio una última reunión en la noche del lunes para analizar los escenarios que se venían tras el remezón.

Ahí se acordó que Prada saliera temprano a dar explicaciones, y eso hizo, y que el Jefe de Estado siguiera reuniéndose con las bancadas para intentar coquetearles con burocracia el apoyo que requiere su reforma. Este miércoles, en privado, hay otra cita de balance porque a los 206 días del Gobierno van 10 salidas de ministros, viceministros y otros altos funcionarios.

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Publicado por El Colombiano

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