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Santander Sin Límites
Sábado 15 de diciembre de 2018 - 12:00 PM

Personajes que hacen una ciudad sin límites

Muchos son los protagonistas de las cinco fundaciones que desde el pasado 28 de octubre participan en la campaña Bucaramanga sin límites. Estas son sencillas historias que buscan un voto a través de www.bucaramangasinlimites.com y lograr que la fundación se beneficie con hasta 25 millones que entregan Vanguardia Liberal y cinco empresas aliadas que apoyan esta iniciativa.

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(Foto: Élver Rodríguez / VANGUARDIA LIBERAL )
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Años cargados de historia

Germita, como lo conocen todos, es de los personajes más dulces y antiguos del Centro de Bienestar del Anciano. Recuerda sin parar varias historias de su vida, aunque habla a media lengua, historias que siempre envuelve en una sonrisa de niño. Cuando se le pregunta cuántos años tiene, vuelve a reír y dice edades sin atinar.

Con cédula en mano se puede comprobar que Germita, ciego de nacimiento, tiene 66 años. Al Centro de Bienestar del Anciano llegó a los 22 años, proveniente del barrio Girardot y por eso este entorno ha sido su familia, su vida.

Allí se la pasa a veces ayudando a algunos, caminando de acá para allá y es de los pocos que sale al parque Romero a hacer ejercicio.

“Yo vivo bien acá, bendito sea Dios. Me siento bien, contento”, dice. Cuando se le pregunta por algún amor, entre risas dice que “tenía novia pero se fue (más risas) Era una enfermera, pero está trabajando en una clínica”.

A la directora Emilce Méndez Ortiz le dice “mi mamita hermosa” y una vez más suelta la risa. Sobre ella dice que “no sé describirla, pero me cae bien”.

Al otro lado está Metodio, quien pone la nota musical en la institución. Durante años trabajó con una ‘zorra’ recogiendo mercados en la plaza de Floridablanca. Siempre vivió con sus padres, hasta que ellos murieron. Eso lo llevó a buscar refugio en el Centro de Bienestar del Anciano donde lleva 20 años.

“Metodio es el que toca acá, es el artista, le pone ambiente a esto, aunque cuando las cosas no le parecen justas se pone triste”, dice Emilce Méndez.

También está Socorrito, un personaje que todos los días pregunta por el alcalde para que le pagué un bono de auxilio. En medio de palabras de grueso calibre y pregunta tras pregunta, Socorrito dice que el alcalde se escapó con su plata.

Una guerrera de cuatro patas

Cata es una perrita a la cual la vida la ha golpeado bastante, pues desde pequeña ha vivido en la calle, un hogar complejo para cualquier animal. Allí ha tenido que pasar días a merced del hambre y el frío.

Esta perrita criolla “un día fue encontrada por un alma de buen corazón que la vio tirada en una acera, sangrando, con el ojo derecho desprendido de su rostro y luchando por su vida”, asegura Jonathan Delgado, director de la Fundación Misión Animal Santander, MAS.

Cata fue atacada por un canino y rescatada por Carolina Pita, quien la llevó a MAS donde le brindaron asistencia médico veterinaria y lograron salvarle la vida. Hoy, Cata se encuentra al cuidado de Carolina y recibiendo tratamiento en la fundación, pero tratando de buscar ayuda de un buen corazón que le done una silla de ruedas para poder tener una mejor calidad de vida.

Empezando a vivir

Cantando y bailando, así inicia su día María Fernanda Martínez Hurtado, una joven de 14 años que es y será siempre la bebé de la familia, debido a su discapacidad cognitiva y otras enfermedades que le impiden desarrollarse como los demás niños, razón por la que es una de las beneficiarias de la fundación Fandic.

Olga Patricia Hurtado, su madre, nunca supo que la bebé que esperó durante casi nueve meses vendría con Síndrome de Down, hipotiroidismo y otras enfermedades que la obligan a visitar varios especialistas.

En Fandic, María Fernanda recibe terapia física y psicológica que han mejorado en gran medida su forma de comunicarse. “Pasó de ser una niña tímida a ser extrovertida, es como si empezara a vivir”, asegura su mamá, quien además después de dos años notó que su hija estaba lista para volver a la escuela gracias a Fandic.

Un jugador con las mejores notas

Hace unos dos años, Juan Pablo Grimaldos participa en la Fundación Revel. Este niño de solo 10 años siempre ha ‘respirado’ fútbol, una pasión que corre por sus venas y que heredó de su padre, César Grimaldos.

Como buen futbolista, este pequeño tiene el sueño de llegar a jugar en las grandes ligas, por eso desde que conoció a su ídolo, James Rodríguez, se la ‘juega’ por llegar a ser tan grande como él. Es tal la admiración que siente por el jugador del Bayer Múnich, que aprendió y se encuentra perfeccionando su juego con la zurda, siendo diestro de nacimiento.

Este volante izquierdo no solo se destaca en el fútbol, sus calificaciones son otro motivo de orgullo. Su compromiso con la academia es tan grande que este año ocupó el primer lugar en la Institución Educativa Las Américas, en las olimpiadas colombianas de matemáticas que realiza la Universidad Antonio Nariño y, además, recibió la excelencia académica en su grado de primaria, convirtiéndose así en un futbolista integral.

De nuevo en familia

Hace más de siete años que Wilmer Adolfo Anaya no comparte una Navidad con su familia.

Al ser víctima del conflicto armado colombiano Wilmer tuvo que abandonar su hogar en Barrancabermeja a los 14 años y desplazarse hasta Bucaramanga, en donde llegó al oscuro mundo de las drogas, siendo aún menor de edad.

“Él era considerado como un habitante de calle agresivo, ladrón y peligroso, el mismo vicio lo llevaba a comportarse así, pero hace aproximadamente un año llegó a la fundación Salvar, desde entonces establecimos contacto con su familia”, asegura Ana María Contreras, directora de la institución.

Hoy, Wilmer Anaya está con su familia, quien decidió darle una nueva oportunidad al notar su cambio y compromiso por recuperarse y alejarse de las calles.

Con nostalgia se despidió de quienes han sido durante casi un año sus compañeros de lucha en Salvar, pero se va con la inmensa satisfacción de saber que fue gracias a la institución que pudo recuperar a sus seres queridos y compartir con ellos en estas fechas decembrinas.

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Publicado por REDACCIÓN VANGUARDIA LIBERAL

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