Una campesina de la vereda Peroles será la primera barranqueña en obtener la restitución de su predio. 23 años después, tendrá una nueva tierra para rehacer su proyecto de vida.
El campo barranqueño está de fiesta. Celebra que se hizo justicia con una humilde campesina de la vereda Peroles, jurisdicción del corregimiento La Fortuna, que hace 23 años tuvo que vender su finca a precio de ‘huevo’, presionada por el miedo que la guerrilla le infundió luego de acabar con la vida de su esposo y su hijo.
Hoy, dos décadas después, el Estado reconoció su dolor y jurídicamente le devolverá lo que la violencia les ha arrebatado a miles de campesinos en Colombia: su tierra.
Esta se constituye en la primera restitución de un predio en Barrancabermeja desde que se creó la Unidad de Restitución de Tierras, URT.
“El juez consideró que la Unidad debía comprar dos predios, el equivalente, en otra zona del país diferente a dónde fue expulsada por la guerrilla. De esta manera, vamos a comprar dos predios para que ella pueda retomar su proyecto de vida”, explicó Fabio Andrés Camargo Gualdrón, director de la URT para el Magdalena Medio.
Antes de padecer los infortunios de lucha armada, Carola* y su familia vivían de lo que producían sus 13 hectáreas de tierra divididas en dos predios que, con los años, pasaron de comprador en comprador hasta terminar hoy día en manos de un hacendado que podrá permanecer en el sitio.
La Ley determinó que el actual propietario del predio no tuvo participación en los hechos que motivaron la salida de la mujer y, por tanto, “actuó de buena fe y está exento de culpa”.
De todas maneras, Carola* no está ansiosa por volver al sitio donde murieron sus familiares, pero sí por rehacer su proyecto de vida.
Restituciones en proceso
Desde el 2012, la URT ha recibido 610 reclamaciones de predios, de las cuales 449 fueron decididas. En la actualidad, 34 están en proceso judicial y una ya fue fallada, la de Carola*.
De concretarse las otras, más barranqueños podrán volver a tener los predios que años atrás fueron suyos y que, una vez restituidos, puedan brindarles la paz que hoy siente esta campesina barranqueña.
Ella es la primera del municipio en recuperar lo que nunca debió dejar de ser suyo.