William Casadiego, el hombre de la Scooter eléctrica
Si usted es habitante de Barrancabermeja o ha recorrido desprevenidamente sus calles, seguramente se habrá encontrado con un vehículo rojo de cuatro ruedas que parece más un carro de balineras que un automóvil.
Este particular medio de transporte es conducido por un hombre de 55 años de edad que nació y se crió en Barrancabermeja y se siente tan propio de esta tierra como el mismísimo Cristo Petrolero y quien forma parte de las casi 10.000 almas porteñas que sufren algún tipo de discapacidad.
Se muestra sonriente con cada palabra e historia que dice haber vivido en su ‘motor’, a pesar de que nunca supo en la vida lo que era caminar.
El personaje a bordo de este velocípedo, capaz de viajar hasta 20 km/hr., es William Casadiego, un hombre quien minutos después de nacer fue diagnosticado con polio, una enfermedad viral que afecta a la médula espinal que le impidió siquiera intentar dar sus primeros pasos.
Una batalla diaria
Con el carisma que lo caracteriza y con la fuerza mental que lo impulsa cada día creció y aprendió a batallar la vida. Fueron más de 50 años movilizándose en una silla de ruedas, lo que representaba un desgaste físico “tremendo” e incomodidad porque siempre dependía de alguien.
Además de lo complicado que era la silla de ruedas, esta representaba un gran peligro, tanto que una mañana del 2009 un camión de basura no se percató de su presencia y por poco causa una desgracia.
“Ese día me levanté a las 6:00 de la mañana e iba saliendo de la casa, pero el carro de basura no me vio y me chocó la silla. La silla de ruedas voló para un lado y yo para el otro, pero por fortuna no me pasó nada”, manifestó con nostalgia ‘Don William’.
Después del accidente duró 6 años más con el ‘martirio’ de la silla de ruedas, pero en un día de diciembre de 2016 después de correr y correr las calles de Barrancabermeja, recibió su trofeo más preciado, una Scooter eléctrica regalada por su hermano, que le cambió la vida.
“Apenas recibí esta belleza la vida me cambió mucho, al comienzo me daba nervios pero ahora ando por donde yo quiero sin depender de nadie. Voy al muelle, al comercio, a visitar amigos...”, dijo entre risas.
Cuando circula por las calles de su barrio recibe saludos de todo el que pasa, y al tomar arterias viales importantes como la calle 52 llama la atención de decenas de curiosos quienes rumorean entre sonrisas frases como “bacana la motico”.
Tomar tinto, ver novelas y disfrutar del fútbol cuando juega la Selección Colombia son algunos pasatiempos que disfruta este personaje, pero sin duda lo que más le apasiona es andar en el objeto que le enseñó a disfrutar más de su vida, esa que espera que termine en su natal y querida Barrancabermeja.