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Viernes 16 de septiembre de 2022 - 12:00 PM

Hospital de San Gil: la historia de una obra que ya parece eterna

Actualmente lo que más les causa dolores de cabeza a los usuarios del Hospital de San Gil es que a la fecha el servicio se presta en tres sedes distintas como contingencia por el desarrollo de las obras, que ya cumplen más de tres años de ejecución.

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Archivo / VANGUARDIA
Archivo / VANGUARDIA

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La decepción de los sangileños por los retrasos en la obra de reposición de la infraestructura del Hospital Regional de San Gil es notable. Los memes en redes sociales por las demoras y las protestas con campañas como ‘S.O.S Hospital’ se han vuelto una constante.

En las calles es común escuchar frases como: “La plata se la robaron”, “nunca lo van a terminar”, “eso es un elefante blanco”, “nos dejaron sin hospital” y “pasó lo mismo que con la Variante”.

Y es que la obra que debía durar 18 meses ya completa 31 meses de ejecución. Y lo más preocupante es que no hay certeza de cuándo se va a terminar, porque la primera fase aún está en el limbo debido a la falta de acuerdo entre la constructora, Unión Temporal AS, y la Secretaría de Infraestructura de Santander.

El reinicio del proyecto terminó por darse recientemente. Sin embargo, mientras el contrato actual tiene una extensión de tres meses más, el contratista está solicitando cinco meses adicionales después de cumplida esa fecha para completar el 48% de los trabajos restantes.

Además, luego de terminada la obra, la Gobernación de Santander tendrá que adelantar la contratación de los acabados y las obras civiles (exteriores), un proceso que tendría un tiempo estipulado de 12 meses, dejando en entredicho la meta planteada por el mandatario seccional, Mauricio Aguilar, de entregar él mismo el hospital terminado.

En medio de los retrasos por las fallas en los diseños, el invierno y los ajustes presupuestales, la no entrega de la infraestructura representa un dolor de cabeza para los usuarios y un reto para el personal del Hospital Regional de San Gil desde donde se intenta mantener la calidad del servicio.

Desde que empezó la demolición de la antigua infraestructura en febrero de 2019, el hospital se dividió en tres sedes. Una hospitalaria (urgencias, hospitalización, cirugía, maternidad y UCI) en la antigua casona que hacía parte de la zona que demolieron; una administrativa adecuada en el antiguo Hotel Bella Isla; y una ambulatoria (consulta externa, laboratorios, odontología y vacunación) en el Centro de Especialistas o antigua sede del Seguro Social.

Mariela Galvis, miembro de la Alianza de Usuarios del hospital, expresó que para los pacientes esto se convirtió en más gastos, porque tienen que ir de un lugar a otro de acuerdo con el servicio que requieran.

“A los que vivimos en San Gil nos resulta menos difícil. Los que sufren más son las personas que vienen del campo”, dijo Galvis. Según ella, después de llegar al municipio tienen que conseguir un transporte que los lleve de punto en punto y en ocasiones se equivocan de sede.

En todo este proceso, la institución ha recibido quejas por falta de capacidad y hacinamiento de usuarios, tanto en los servicios de consulta externa como en urgencias.

Galvis resaltó el esfuerzo hecho por la institución por mantener la calidad, ajustándose a las condiciones actuales y solucionando los problemas que se presentan en el camino.

Dioselina Ríos, extrabajadora de enfermería del hospital, ha criticado que debido a esa acomodación con las tres sedes, hoy en día las zonas de cocina y lavandería están junto al servicio de maternidad.

A pesar de las dificultades, Horbes Buitrago Mateus, gerente del hospital, destacó que no solo se ha mantenido el servicio, también hay un esfuerzo constante por adaptarse y mejorar.

Prueba de ello es que durante la pandemia se redistribuyó la zona hospitalaria, logrando poner en funcionamiento tanto la Unidad de Cuidados Intensivos como la de Cuidados Intermedios, espacios que aún funcionan y por los que se da la batalla para que sean permanentes.

Así mismo, Buitrago contó que se ampliaron los servicios de especialidades (cardiología, neurología, medicina familiar y grastroenterología) y se aumentó el número de camas, pasando de 47 antes de la demolición a 70 en la actualidad.

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Publicado por Jorge Rios

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