Leche de la región empieza a quedarse en las fincas
A medida que se mantienen las manifestaciones contra el Gobierno Nacional y más conductores de transporte se unen a las protestas, aumenta la presión social debido a las implicaciones que tiene la parálisis en la movilidad de productos de todo tipo, especialmente los alimentos.
En el caso de la leche, los productores empiezan a sentir el impacto de la crisis social que afronta el país. En el sur del Santander, entre las provincias Comunera y Guanentá, se estima que diariamente se dejan de movilizar entre 15.000 y 20.000 litros de leche, según la Asociación de Ganaderos de la Hoya del Río Suárez.
De acuerdo con las protestas y con la preocupación propia porque cree que la situación no mejorará en el corto plazo, Wilson Cáceres pensaba qué hacer con la leche que ayer no pudo vender.
El día anterior la empresa Freskaleche - Alquería le informó que no podían seguir comprándole, por lo menos no hasta que el punto de acopio en Charalá pudiera sacar la producción que tenía represada desde hace varios días.
El tema con las vacas es que no se pueden dejar de ordeñar, entonces leche hay o hay. Los de Cáceres con cuatro cantinas, cada cantina tiene 40 litros, por lo que ayer, sobre las 10:00 de la mañana evaluaba que uso darle a 160 litros de leche. La mitad se la daría a los terneros, pero la otra mitad, entre su familia y los obreros era difícil gastarla toda.
Entonces alguna se perdería, porque alejado del casco urbano, era muy difícil bajarla.
“Lo de menos sería hacer queso o cuajada, pero no podemos llenar el mercado”, expresó el productor.
Ayer, el punto de acopio en Charalá completaba tres días sin poder enviar la leche hacia Bucaramanga, con 8.800 litros represados, por lo que 150 productores de Coromoro, Páramo y Barichara se quedaron sin comprador de unos $2.500 litros de leche.
Carlos Rodríguez, jefe de Control de Calidad Lácteos Tamacara, explicó entre Socorro y Oiba había 15.000 litros represados y esto obligaba a suspender la compra por lo menos a 350 productores. El profesional hacía gestiones para que los camiones pudieran pasar por los diferentes puntos y así la cadena de producción no se rompiera.
En la vereda Ojo de Agua de Cabrera, con 4.000 litros de leche comprados a sus colegas campesinos, Diego Triana no sabe qué hacer ahora. Su tanque de acopio estaba lleno, ya no podía recibir más y si no había ninguna solución el alimento no podía ser enviado hasta Ubaté en Boyacá, donde está la empresa productora, desde donde tampoco le solucionan nada.