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Opinión | Trochas y excusas
Por: Juan Diego Márquez, estudiante de Comunicación Social
Mucha impotencia me dio cuando escuché a un habitante de Cepitá aconsejándome que no fuera a San Andrés (Santander), que 'la vía está mala', que de pronto no podía pasar y hasta podría bajar rodando por el Chicamocha. No es la primera vez que sucede, estando en Guadalupe con destino a Contratación escuché la misma frase: ‘No vaya pa Contrata, la vía está mala’. Haría una apuesta con cualquiera, donde regalaría un paquete de hormigas culonas, si encuentran un municipio de Santander y alguna de las vías no está 'mala'.
Parece que se volvió cotidianidad para el santandereano que vaya para donde vaya la vía esté deteriorada Ya sea vía nacional, municipal o rural, el departamento comunero sufre la constante humillación de tener una de las peores redes viales del país; al menos la peor si la comparamos con sus vecinos Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cesar y Norte de Santander. En Santander, de los 19.467 kilómetros de vías terciarias, tan solo 229 kilómetros de esta red han sido pavimentados, lo que representa que solo el 1,17% de estas vías son pavimentadas. Aproximadamente el 99 % restante siguen siendo caminos de tierra casi intransitables, mejor conocidos como 'trochas'.
Ojalá el atraso en vías fuera únicamente en rutas rurales, pero incluso la vía nacional más transitada de la región (Pescadero) se encuentra en un estado que da pena, siendo una ruta de alto peligro donde ocurren accidentes frecuentemente. Parece que la comunidad se resignó a tardar desde Bucaramanga hasta San Gil casi 3 horas (90 kilómetros), mientras que de Bogotá se llega a Duitama con más del doble de distancia (190 km) en el mismo tiempo. Trancones de más de un kilómetro para llegar al peaje de Curos son los que agobian a la comunidad cada domingo.
También podríamos hablar de la vía entre dos de los municipios más turísticos del departamento, Barichara y Zapatoca, donde 60 kilómetros de caminos de tierra se recorren en 4 horas y solo hay pocos kilómetros pavimentados llegando a Galán. Supuestamente, la obra para pavimentar la ruta comenzaría en 2022, donde se destinaron por parte de la gobernación casi 150 mil millones de pesos. Pero hasta el día de hoy, después de más de un año de espera, ni un kilómetro se ha pavimentado y el camino está en constante deterioro.
¿O mencionamos la famosa vía Bucaramanga-Curos-Málaga? Donde 126 kilómetros se vuelven cinco eternas horas. Eso sí, en tal caso de que la vía no se encuentre con derrumbes o esté directamente cerrada. ¿O exponemos el paupérrimo estado de la transversal del Carare, que 'conecta' el sur de Santander con el Magdalena Medio? Docenas de ejemplos podrían ser incluidos en el texto, pero no tendría mayor sentido porque llegaríamos al mismo punto: la infraestructura vial en Santander es vergonzosa y, aunque las comparaciones son odiosas, en confrontación con los departamentos más destacados del país, es la región más atrasada en sistema de movilidad.
Cuando algunos paisanos dicen que 'Es culpa de la topografía montañosa' o que 'no es culpa del gobierno porque no controlan los derrumbes', solo me genera más impotencia escuchar ese tipo de excusas tan irrelevantes. Porque mientras gobernaciones como las de Antioquia o las del viejo Caldas, con una topografía similar, se enorgullecen de construir carreteras de última generación, los santandereanos siguen mamando.
Lo curioso es que, aunque los municipios pequeños y alejados de la capital son los más afectados por la deficiente conectividad vial y las trochas, que a veces son las únicas opciones que tienen para movilizarse, representan la mayoría de los votos para la misma clase política de hace 20 años, que poco ha resuelto esta problemática.
Aunque el futuro parece desolador, ojalá el próximo gobernador enfrente valientemente el desafío de la infraestructura vial. Ojalá se queden atrás las excusas y se trabaje incansablemente para transformar las trochas en carreteras 5G, conectar comunidades y revitalizar la región y el turismo. Ojalá también, Santander obtenga las vías modernas y seguras que necesita, que impulsaría el progreso y la prosperidad para todos los ciudadanos. Pero por ahora, seguiremos diciendo ojalá y la vía seguirá estando ‘mala’.