¿Quién responde por Chirajara?
Son varias las razones por las que el desplome del puente en Chirajara, ocurrido el lunes pasado en la vía Bogotá-Villavicencio, causa preocupación en los colombianos, además de honda tristeza por la muerte de nueve trabajadores en el hecho.
La caída del puente preocupa, porque afecta la confianza en la ingeniería nacional, ya golpeada con lo ocurrido en 2013, con el complejo Space en Medellín, cuya torre seis se desplomó y el resto de las edificaciones que conformaban el proyecrto de vivienda fueron implosionadas por haber sido mal construidas. Como resultado de la incapacidad o inmoralidad de los constructores, 12 personas fallecieron y tres fueron condenadas por homicidio culposo. Recordamos también el caso del túnel de la línea, una de las obras más costosas y vergonzosas que ha afrontado el país y que hemos visto zozobrar no por condiciones de índole constructiva, sino por culpa de la inoperancia del Estado, que ha dilapidado su presupuesto durante los últimos diez años.
Además, durante muchos años, los colombianos hemos sido testigos de cómo en muchos casos las obras públicas a lo largo y ancho del país solo sirven para irrigar el suficientemente anegado campo de la politiquería, en el que se adjudican estos trabajos no a los más idóneos, sino a quienes estén dispuestos a alimentar la corrupción y ahondar el déficit de los presupuestos públicos.
Lo ocurrido en la vía Bogotá – Los Lanos es de suma gravedad y nos preocupa, pues desde hace mucho se viene pidiendo mayor control a la calidad de las obras de infraestructura, tanto públicas como privadas, sin que haya existido un cambio, a pesar de hechos similares a los descritos.
Es necesario además que se garantice la seguridad de obras de gran magnitud, como, por ejemplo, la construcción del puente Hisgura, en la vía Curos – Málaga, que se ha catalogado como el más grande del país, con 30 metros más largo que el Viaducto de La Novena, en Bucaramanga.
Es imprescindible que se investigue y se castigue prontamente a los responsables de la tragedia de Chirajara, pero además que se ponga sobre la mesa la realidad de si en Colombia se están cumpliendo los máximos estándares de calidad que las obras de infraestructura requieren.