Bucaramanga
Jugadora del Botín de Oro entrena a niñas del barrio Campo Madrid en Bucaramanga
A las 3:30 de la mañana, la futbolista del club Botín de Oro, Jacqueline Oviedo Orduz, sale de su casa en el barrio Café Madrid (norte de Bucaramanga) junto con su padre Fermín Oviedo Carrillo, para vender fruta a las afueras de la plaza de mercado de San Francisco.
A las 4:30 de la mañana llegan los compradores. Sin decir su nombre, solo con la mirada, buscan a Jacqueline. Es entonces cuando esta estudiante de cuarto semestre de la Tecnología Deportiva en las Unidades Tecnológicas de Santander, UTS, cuenta que no le puede fallar a su padre en esta odisea diaria, que además le brinda los recursos para pagar sus estudios. “Me dice que yo no puedo faltar ningún día porque sé convencerlos para que compren, además manejo las facturas y el dinero”.
De vendedora a entrenadora
Desde los 11 años, ha recibido distinciones por practicar el fútbol. Actualmente tiene 14 medallas, juega en las selecciones Botín de Oro desde 2011 y también hace parte de la Selección Santander y UTS. Su talento fue descubierto desde que jugaba en los intercolegiados al representar el Colegio Café Madrid Minuto de Dios.
Con una sonrisa recuerda el momento en que se acercó un desconocido y le dijo: “La espero el martes en la cancha Marte”. Era Alexánder Spencer Uribe, director técnico del Botín de Oro y la selección UTS, quien se dio el tiempo necesario para observar el manejo que la joven tenía del balón. “Me aceptaron, estaba sorprendida porque nunca había visto un club de niñas, era una impresión ver a tantas jugadoras en una cancha”, afirma.
Así inició su carrera como futbolista. Empezaron los entrenamientos y ahora se le sumaba a la Selección Santander en 2012.
Alumna y profesora
Con 19 años, Oviedo ha iniciado uno de sus proyectos, el ser profesora deportiva. Desde marzo es la entrenadora de 30 niñas del barrio Campo Madrid en el norte de Bucaramanga.
Entre el estudio, el trabajo y los entrenamientos con las selecciones, debe apartar tiempo para dirigir el equipo los martes, jueves y sábados. A las 6:30 de la tarde Oviedo Orduz toma un bus que la lleva desde el Café Madrid hasta la estación de Campo Madrid. Allí se encuentra con dos canchas que regularmente están sin luz, una de tierra y otra de cemento.
Con 10 platillos, cinco conos, cuatro balones, uno de ellos sin aire, y 12 petos azules y amarillos, llama a las jóvenes con un fuerte silbato para que formen un círculo en la mitad de la cancha e iniciar con el entrenamiento.
Sin ninguna remuneración a cambio, solo se conforma con que alguna de las alumnas llegue a competencias profesionales. “Siempre he querido ser profesora y me gusta trabajar con los niños”, manifiesta.
Las clases de fútbol de la escuela Real Sueños Compartidos son un espacio en el que las niñas, aparte de ir a aprender, van a desahogarse y a ocupar el tiempo libre para no caer en las problemáticas que rodean el entorno.
Por esta razón, Jacqueline Oviedo ejecutó este proyecto con el apoyo de los papás de las integrantes.
No solo en los entrenamientos refleja el carácter fuerte y estricto, también en las clases, así lo aclara Jonathan Andrés García Arenas, compañero de salón. “Ella es noble, colaboradora y buena persona. En todas partes la saludan, pero cuando entra al salón de clases no permite que nadie le hable, solo se concentra en lo que el profesor está diciendo, es estricta con eso”.
“Mambrú no va a la guerra”
Mientras transcurría uno de los entrenamientos en el barrio Campo Madrid, Jacqueline Oviedo y David Carvajal Guerrero, director de la escuela, diligenciaban un formulario para inscribir a la escuela Real Sueños Compartidos para trabajar con el proyecto del Estado ‘Mambrú no va a la guerra, este es otro cuento’, de la Agencia Colombiana para la Reintegración.
El programa se encuentra en la fase de diagnóstico para iniciar con el proceso de talleres y actividades. Esta tendrá un acompañamiento de un año y se estima que en tres o cuatro meses inicie el trabajo directamente con la escuela de fútbol. “A partir de ese momento se mirará cómo vamos a apoyar la iniciativa. La idea es apoyar económicamente o con implementos que requieran para el desarrollo de las labores”, afirma Ana María Ramírez, promotora del proyecto.
Aunque Oviedo integra tres selecciones de fútbol, su mayor sueño es llegar a la Selección Colombia y representar al país, aunque sabe que es difícil.
No obstante, ella sigue incentivando a las jóvenes para que se formen como buenas jugadoras y pronto puedan competir con Botín de Oro. “Este también es mi sueño, siempre he pensado en un club deportivo para el norte, por eso inicié con la escuela de niñas. Hay mucho talento abandonado allá y eso es lo que quiero resaltar”.
* Laura Ximena Correa / lcorrea288E@unab.edu.co
Estudiante de Comunicación Social - Universidad Autónoma de Bucaramanga – Periódico 15