Simón Uribe: “ser transgénero en Colombia es muy difícil”
La nativa americana se puso pálida. Le parecía que había visto una aparición. Simón estaba meditando. La mujer se le acercó y le dijo: “tú eres dos espíritus”.
En su cultura, las personas que tienen dos espíritus son puentes entre los géneros. Simón estaba estudiando agricultura en California, Estados Unidos, y estaba conflictuado. En ese momento, Simón era Silvia. Así había nacido, pero esa no era la identidad con la que se sentía más cómodo. Y aquella nativa americana supo verlo enseguida. Simón, hoy, es un hombre transgénero.
Bernardo Useche, psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia y Phd en Salud Pública de la Universidad de Texas, explica que una persona transgénero es “alguien cuya identidad sexual es diferente de su sexo al nacer y en el curso de su vida busca expresar esa identidad. Algunos modifican su cuerpo para ponerlo en consonancia con su mente, pero no todos lo hacen”.
Para la familia de Simón Uribe la transición de Silvia para ser Simón tampoco fue fácil, pero estuvieron dispuestos a comprender. Sin embargo, demostrando no solo la excelencia deportiva que la caracteriza, sino también la madurez emocional por la que es reconocida en su casa, la reconocida golfista María José Uribe, hermana de Simón, le dio siempre su apoyo. “Cuando a uno le pasa algo así con un ser tan cercano lo único que se piensa es por todo lo que ellos pasaron, vivir 29 años sintiéndose otra persona y en todo lo que eso le pudo haber causado psicológicamente. Lo primero de lo que tuve ganas fue de abrazarlo”.
Como buena mamá, Carmen Elisa Durán tuvo sus dudas. “Para nosotros era una mujer lesbiana y estaba perfecto, pero no se hallaba. Tengo muchos amigos expertos en el tema, gracias a Dios, que me orientaron. Soy una persona que enfrento las cosas y las pongo sobre la mesa. Ahora me encanta como vivo esa transición porque me encanta ver cómo él está motivado”. Siendo figuras públicas, Simón y su familia quieren hablar del tema para que su testimonio de valentía, amor y comprensión.
“Estamos comprometidos con compartir la experiencia y que permita que otras personas trans vivan en un ambiente más amigable”, comenta Jorge Uribe, el orgulloso papá de Simón.
En la próxima publicación de la Organización Mundial de la Salud, ser una persona transgénero no estará considerado nunca más como un transtorno.
Preguntas y respuestas
¿Cómo ha influido el hecho de que su hermana sea una figura pública en la manera en que habla de su historia y cómo se siente al respecto?
“No ha influido radicalmente. Ella, como figura pública y en la interacción conmigo, ha aprendido mucho sobre el tema. Además de todas las cualidades que la caracterizan, la ha enriquecido como ser humano, ponerse en mis zapatos, ser muy activa hablando con las personas al respecto del tema”.
¿Cómo es la relación con María José?
“Mi hermana y yo somos muy sólidos, pero en mi familia somos muy independientes. Cuando salí del closet, mis papás no querían que le contará hasta que ella fuera un poco mayor. Es casi cuatro años menor que yo. Entonces un día, cuando María José era más grande, le conté. Me respondió: ‘sí, yo ya sabía, ¿cuál es el problema?’ Me encanta porque siento que su generación es mucho más descomplicada”.
¿Cómo fue su infancia? ¿Cómo es sentir que no se está en el cuerpo correcto?
“A mí no me gusta la historia del cuerpo equivocado porque no es tan así. Siempre fui, por decirlo así, ‘una niña marimacha’. Para mí la distinción entre géneros es un poco absurda. Yo sí quería ser un niño desde muy temprana edad, pero le hable a mi niñera sobre el tema y ella me dijo: ‘no, eso está mal, tienes que ser una niña’. Entendí que la sociedad no me permitiría ser eso.
“Me dije: debo ir a vivir en Bogotá. A mí me gustan las mujeres y allí podré ejercerlo con más libertad, pero entonces me di cuenta que había algo más en mí, no me sentía bien con mi cuerpo. Comencé a transitar lentamente, por el miedo, por la presión social, hace ocho años.
No creo que haya un cuerpo final al que yo tenga que llegar. Era un mujer feminista y ahora soy un hombre feminista, a mí lo que me daba miedo era convertirme en ese hombre ‘Macho cabrío’, Yo quiero ser yo”.
¿Qué recuerdo tiene de su infancia que lo haya marcado?
“Cuando era chiquito lo que más me gustaba era el mar y jugaba a que era el hijo de Poseidón. Me sentía como un ‘sireno’.
¿Cómo lo asume la gente? ¿Cómo trata de explicar?
“Es difícil explicar esto, pero a mí me va bien. Nos han enseñado que los hombres y mujeres tienen ciertas características, pero esas son construcciones culturales. El género y el sexo son mucho más complejos que una simple genitalidad: son hormonas, son performances, como tú te vistes y te presentas, son tu identidad de género, como tú te sientes contigo mismo.
La gente tiene derecho a nombrarse como desee. Uno no es heterosexual normativo para siempre ni homosexual normativo para siempre, si no que esta fluctuando. Cuando la gente se abre a esto no importa cómo se identifique.
Estoy promulgando que la gente sea un poco más genuina y deje de meterse en la cabeza esos estándares de qué es ser un hombre y qué es ser una mujer. Sin embargo, romper estos estándares tiene un costo muy alto. Y ese costo fue el que yo viví toda mi infancia y eso que en medio de todo no puedo decir que a mí me hacían bullying. Hubo momentos difíciles”.
¿Cómo fueron esos momentos?
“Somos muy pocas las personas trans que sobrevivimos a la presión social, al suicidio y a la marginalización, porque si bien algunos tenemos ciertos privilegios, la mayoría quedan excluidos del sector laboral, del sector familiar, del sector social amplio.
Fui siempre frontal con mi identidad y con la forma en que expresaba mi género. Así me llamara ‘Silvia’, tenía el pelo corto, actuaba como un hombre, me vestía como un hombre y nadie se metió conmigo, pero mi caso es extraordinario”.
¿Qué le dijeron en su casa cuándo empezó su tránsito?
“Los procesos con las familias son graduales. Tengo 30 años. Hace 14 años, mi mamá me sacó del closet. Alguien llamó a mi casa diciendo cosas. Mi mamá me confrontó y le dije en ese momento que era bisexual pensando que sería mejor, pero no fue así. La gente castiga mucho más a los bisexuales porque no se definen. Me enviaron al psicólogo pensando que era una fase. Yo dije: “Mami, no puedo creer que digas que es una fase. Por favor, ¡mira mis fotos!”
Afortunadamente me tocó una psicóloga buena. Ella me dijo: tú estás bien. Vamos a poner en terapia a tus papás. Mis papás fueron entendiendo poco a poco que ese era mi deseo. Después viene el punto del género.
Ya me veía muy masculino los últimos cuatro años antes de empezar el proceso hormonal. En algún nivel, vivir como ‘Silvia’ fue ser un muerto viviente porque nunca estaba plenamente en mí mismo y sentía que engañaba a los demás. Cuando empecé a hacer la transición me sentí como nunca antes en mi vida. Para mí, Simón tiene más contenido y solidez que ‘Silvia’, pero para ellos, ‘Silvia’ era lo que existía y sentían que tenían que hacer un duelo”.
¿Alguna vez tuvo la sensación de no querer vivir más esto?
“Para mí es muy duro hablar de esto y sobre todo, públicamente, pero es necesario.
Primero pensé que era una fantasía mía, me lo puse en la parte trasera de mi cabeza y empezó a molestarme en el tema sexual con mis novias. Un día vi el documental del hombre embarazado y me digo: esto es lo que yo siento. En ese momento llevaba con una novia como tres años. Ella era una persona activa políticamente, comprensiva. Me dijo que si transitaba ella podía ser mi amiga, pero que no podía seguir conmigo. Me di cuenta que incluso las personas que me amaban iban a tener una situación difícil y me dio mucho miedo quedarme solo. Tenía 22 años. Empecé a postergarlo. Sufría mucho, tenía episodios de depresión largos. Hasta que llegó un punto en donde no aguanté más y me dije: prefiero quedarme solo y empezar de cero. Ya tenía 29 años, tenía un máster, era una persona preparada, sentía que ya podía velar por mí mismo. Ser trans en Colombia es muy duro. Basta con ver las marchas que se hicieron”.
¿Cómo se siente al saber que tiene una situación privilegiada?
“Me es totalmente doloroso. No siento que uno deba tener recursos para poder ser Lgbt en una situación de bienestar. El tema de la salud para mí es más fácil, pero para otras personas trans no lo es. El cambio de nombre en una notaría, el cambio de cédula y demás suman alrededor de 170 mil pesos. Trato de apoyar a organizaciones que ayudan con estos trámites. Si tú eres un hombre trans o una mujer y te excluyen de todos los niveles sociales, ¿de dónde parten?”.
¿Cómo le va con las parejas?
“Estoy en una etapa diferente de mi vida. Terminé una relación antes de iniciar el proceso, no por este tema, sino por motivos personales. Llevo todo el proceso soltero y quiero tomar el tiempo de salir con alguien con quien me sienta cómodo. Es muy duro. Hay mujeres que se pueden sentir atraídas hacia mí, pero el costo social de ser un hombre trans les parece muy alto. Necesito una mujer especial y soy muy selectivo. Soy una persona complicada porque yo busco el paquete completo”.
Finalmente, la gente se preguntará, ¿qué va a hacer con ‘Silvia’? ¿Con los recuerdos de ella?
“Voy en ese proceso con mi terapeuta. Acepto que hay mucho dolor en esos recuerdos. Hay fotos mías en las que me veo como un hombre y las guardo con mucho cariño. Hay una foto mía a los 8 años con una camisa a cuadros, unos aretitos de oro que no se notan, tengo como una cara súper masculina. La veo y pienso que habla de lo que yo fui y quien yo soy.
Cuando veo las fotos de mi graduación del colegio, con el cabello planchado y el sastre, cuando además me desconecté de mi cuerpo y tenía sobrepeso, siento mucho dolor. Con el tiempo he tratado de decir que esa persona también soy y tengo que empezar a sanar lentamente el dolor que hay asociado a eso.
A mí la gente me pregunta si volvería a nacer trans. La respuesta es: sí. Tuve muchos conflictos con eso muchos años, pero si hubiera nacido en la posición en la que nací siendo un hombre, tal vez no sería el hombre que soy”.