Más consecuencias de la reforma tributaria
En días pasados se analizaba en este mismo espacio editorial cómo la fórmula del ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas de subir una y otra vez los impuestos para cuadrar los balances oficiales, golpeados por la caída del petróleo y abatidos por la corrupción, no puede seguir siendo aplicada.
Y se decía que no puede seguir siendo aplicada, no solo porque los contribuyentes colombianos literalmente no aguantan más gravámenes, sobre todo cuando meten en la ecuación lo poco que reciben del Estado a cambio. Se afirmaba lo anterior también porque es tal la carga impositiva que significa el aparato oficial para la industria, el comercio y el ciudadano de a pie, que de continuar el Gobierno recurriendo a los bolsillos particulares para financiar sus falencias en la administración pública, el derroche continuo y las irregularidades desbocadas del Estado, este país perderá el poco atractivo que aún pueda tener para la inversión nacional y extranjera.
Pues bien, a ese listado de daños, reveses y perjuicios que ha generado la más reciente reforma tributaria tan diligentemente aprobada en el Congreso bajo los mecanismos de siempre, no cesan de nacerle más consecuencias. Y no hay que ser economista de profesión para deducir que no son precisamente positivas.
Es que al registro ya detallado párrafos arriba y al hecho de que la caída en el consumo de los colombianos y el desplome en el comercio de este año se puede explicar directamente como efecto de la última alza en los impuestos y más concretamente del Iva, la más reciente medición del empleo informal llegó para sumarse a la enciclopedia de descalabros.
Sí. Según la última medición del Dane, en ciudades como Bucaramanga la informalidad sigue en aumento, situándose ya en el 55.8%, una cifra alarmante por todo lo que significa y que establece también una tendencia muy diciente, tal como lo afirma la Federación Nacional de Comerciantes capítulo Santander.
Es que según el gremio, la caída de las ventas por la reforma tributaria tiene una repercusión adicional más allá de las tribulaciones que enfrentan los propietarios del comercio.
Esa repercusión es la migración de empleados del sector formal al informal, con todas las afectaciones que ello significa para la economía, comenzando por la cantidad de colombianos que dejan de cotizar para salud, pensión, etc.
En síntesis, no son pocas las derivaciones nocivas que continúan saliéndole a la más reciente alza impositiva del presente Gobierno, que hay que insistir, la justifica con la necesidad de cuadrar sus cuentas al tiempo que no se hace ni el más mínimo esfuerzo para atajar a ese gran monstruo de la corrupción que no deja presupuesto oficial alguno sin depredar.