Reforma Constitucional y Justicia
Los redactores bochincheros y los electoreros oportunistas que viven a la caza de cuanto ‘cargaladrillos’ anda con micrófono y una cámara de televisión a las costillas para darle rienda suelta a sus ansias de protagonismo, han formado un enredo de los mil demonios entre el proyecto de reforma Constitucional que cursa en el Congreso, al que denominan “de equilibrio de poderes”, y la reforma a la Justicia.
Sea lo primero decir que el mentado “equilibrio de poderes” en nuestra Constitución no se encuentra por ningún lado, pues en Colombia hay un régimen presidencialista y por ende, la Rama Ejecutiva es ‘la que manda la parada’ desde hace más de un siglo, tanto bajo el mandato de la Constitución de 1886 que elevó a la categoría de norma Constitucional el intervencionismo de Estado o capitalismo de Estado, como en la Constitución neoliberal de 1991, que le dio rango de norma suprema a las teorías económicas de Hayek y Friedman, como ocurrió en el Chile de Augusto Pinochet.
¿Qué busca enmendar el proyecto de reforma Constitucional? Un inmenso error cometido por quienes redactaron la Constitución de 1991, a quienes se “les fundió el bombillo” y causaron inmenso daño al volver electoreros a los magistrados de las Altas Cortes cuando les exigieron que para llegar a la magistratura fueran duchos en las mañas y malabares de los caciques electorales asentados en el Congreso.
El cometido de la reforma es ese y “evaporar” el Frankenstein que le metió a la Constitución Álvaro Uribe Vélez a través del insoportable y arrogante Fabio Echeverri Correa, aquel del “es reformar solo un articulito” y así descuadernó la estructura administrativa del Estado.
Nada de eso va a incidir en las angustias que a diario vive el colombiano de a pie en los Juzgados del país. Sus tropiezos seguirán palpitantes, sea o no aprobada la mentada reforma Constitucional.