Juicio y condena para Monsanto
Con los mismos procedimientos que utiliza la “Corte Penal Internacional de La Haya”, también en La Haya un tribunal internacional enjuició a la multinacional Monsanto, ahora propiedad de la Bayer. El 18 de abril del 2017 emitieron su veredicto, los encontraron culpables de los delitos de: ecocidio, violaciones a los derechos humanos, daños a la diversidad biológica, corrupción y crímenes de guerra. El tribunal Monsanto continúa la tradición de otros que surgieron por iniciativa de Bertrand Rusell y Jean Paul Sartre para la defensa de los pueblos, su objetivo es crear un marco legal con peso suficiente para que intervenga la “Corte Penal Internacional de La Haya”.
Este año en San Francisco, EEUU, se revelaron documentos que demostraron las prácticas corruptas de Monsanto: investigaciones falsas donde se pagaba a los académicos para aportar solo la firma. Estrategias para manipular el respaldo científico. Tácticas deshonestas para conseguir la aprobación de sus cultivos. Persecución a investigadores científicos que amenazaran sus intereses comerciales. Durante las audiencias se escucharon testimonios de víctimas procedentes de: Canadá, Argentina, Bangladesh, México, Sri Lanka, Bélgica, la India, Burkina Faso y un largo etcétera.
Los infames productos de Monsanto han dañado a humanos, animales y al medio ambiente por igual. Se entrevistaron a 96.874 personas, algunos habían cultivado sus semillas genéticamente alteradas, generadoras de grandes fiascos en el agro que ocasionaron muchos suicidios. Otros habían consumido alimentos transgénicos, causantes de altísimas tasas de enfermedades. Se investigaron los efectos de venenos como: el glifosato, el herbicida Lasso y el Round up, que produjeron malformaciones en niños, daños renales crónicos, incremento del cáncer y contaminación en las fuentes de agua. Y los resultados del diabólico “agente naranja”, arma usada por EU con graves consecuencias previamente conocidas por Monsanto. La función distorsionada de Monsanto fue sembrar desolación y muerte, en vez de aliviar el hambre de la población pobre del mundo, como era su pretendida fachada